Hoy, 28 de junio, las personas gays, lesbianas, bisexuales, transexuales, intersexuales y queers celebran un día para sentirse orgullosas.
Y todos los años religiosamente leemos a varios enojados de que esta fecha nazca a raíz de la brutal represión policial que sufrieron decenas de miembros LGBTIQ+ en el bar neoyorquino Stonewall Inn en 1969.
Critican que la festividad sea yankee pero representan la navidad con Papá Noel, usan Facebook, Twitter, Google, Windows y más, y toman Coca-Cola (o Inca Kola que también pertenece a la misma empresa); todas cosas bien yankees, por cierto.
Critican que el tránsito se congestione cuando cientos de LGBTIQ+ salen a marchar (la marcha es mañana) pero no dicen nada cuando el congestionamiento es provocado por otros ciudadanos que también marchan por los intereses que ellos sí comparten.
Critican cuando una personalidad de la política o el espectáculo se manifiesta a favor de los reclamos de esta comunidad pero cuando otros están en contra de sus convicciones, ponen el grito en el cielo y se ofenden peor que si los hubieran amenazado de muerte.
Con todo esto llegamos a esta fecha: el día del orgullo LGBTIQ+ que no es, como creen algunos, una fecha banal para celebrar que a una mujer le guste otra mujer o que un hombre se vista con prendas femeninas, por ejemplo. Celebrar solo eso no tendría sentido.
El día del orgullo LGBTIQ+ nace de la necesidad de celebrar las diferencias pero también de reivindicar las luchas de esta comunidad históricamente ignorada e invisibilizada, y mucho más en nuestro país.
Ahora bien, ¿por qué no celebrar también el día del orgullo heterosexual? Podríamos hacerlo cuando esta mayoría sea discriminada, despedida de su puesto de trabajo o directamente no poder acceder a ninguno, golpeada en la calle, impedida de casarse y tener hijos o sencillamente asesinada por el mero hecho de ser, justamente, heterosexual.
El orgullo LGBTIQ+ es, entonces, un estallido de visibilidad y valentía de estas personas para mostrarse como realmente son sin esperar la aprobación de nadie. Es sentirse tan alegre de, al menos por un día, decir “esto es lo que soy y lo celebro como me de la gana porque ya no tengo miedo y porque no tendré todos los derechos que me merezco pero estoy luchando por ellos”. Es un día en el que estas personas se sienten como tú te vas a sentir mañana cuando Perú le meta un gol a Uruguay. Salvo que ese orgullo es menos importante que el LGBTIQ+.
Y sí, hay quienes dirán que esta comunidad es escandalosa y que por eso no se la puede tomar en serio, pero detrás de las plumas, la escarcha, los tacos y las pelucas, hay una revolución. Y nada es más revolucionario en la actualidad que una multitud de personas unidas mostrándose como realmente son sin temor a los agravios del otro y demostrando que no van a cambiar solo para complacerte porque esto también es un arma política.
Y hablando de política no podemos olvidar a nuestros queridos políticos, valga la redundancia, y a todos aquellos que reniegan porque supuestamente se les quiere imponer una ideología. Y no es así porque el hecho de que existen otras identidades de género y orientaciones sexuales es real, no hay ninguna idea de por medio y es absurdo que piensen que sí. Por eso no hablamos de la ideología de los afroperuanos o de los quechua hablantes porque sería realmente patético pensar que su existencia es propiamente una ideología. Y nuevamente: la “ideología de género” no existe. Lo que existe son esas tres palabras acuñadas por los anti derechos para atacar a un movimiento transversal que incluye también al feminismo y que hace que la sociedad sea un poquito más igualitaria y más justa.
El hecho de que tú como padre y madre quieras ocultarle la realidad a tus hijos es sencillamente tu decisión pero no puedes pretender que en un Estado laico se les niegue su derecho a la información y por eso, tienen que saber que existen personas gays, lesbianas, bisexuales, transexuales, intersexuales y queers, que no van a desaparecer solo porque no estés de acuerdo. Y así como tu hijo no se volvió delincuente por ver las noticias, tampoco se volverá gay por conocer su existencia.
Y a todo esto de la mal llamada “ideología de género”, ¿hay quienes pueden creer en ella? Sí, así como también algunos creen que Dios existe y otros más extremos que creen que la tierra es plana.
Ahora bien, el motivo por el que seguramente ingresaste a leer esta nota.
Es probable que algunas personas puedan señalar que intervenimos hipócritamente nuestro logo con los colores de la bandera LGBTIQ+ para ganar lectores. Se equivocan y pueden fácilmente comprobarlo leyendo nuestras anteriores ediciones impresas (y digitales) en las que a través de la sección Estamos visibilizamos y levantamos la voz de esta comunidad, por el simple motivo de habernos propuesto desde nuestra aparición la meta de ser un medio de comunicación aliado que vele, acompañe y defienda a esta comunidad; así como también lo hacemos con los intereses nacionales, los campesinos, la Amazonía, los ancianos, las mujeres y otras poblaciones vulnerables.
No respondemos a ningún lobby, otra palabra sumamente mal usada para desprestigiar esta lucha. Y es que un lobby es un grupo de presión que claramente tiene poder. Lo que sucede es que la comunidad LGBTIQ+ está tan discriminada que carece totalmente de él. Y mucho más en el Perú. ¿Cómo van a existir conspiraciones lideradas por minorías marginadas?
Nuevamente, nuestra única misión con todo esto es visibilizar la lucha de esta minoría y si has leído hasta acá, hoy lo hemos logrado.