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Guillermo Giacosa

Rosario, Argentina (1942). Ha trabajado más de 30 años en distintos medios de comunicación de Argentina y Perú. Ha sido asesor del director general de la Organización de las Naciones Unidas (UNESCO) en temas de juventud y ha asistido a proyectos en África, Europa y América Latina. Ha publicado los libros Jugar a vivir (2005) y Sábados en familia (2008). Recibió el Premio Peter Berenson de Amnistía Internacional por su defensa a los Derechos Humanos.
56 Artículos

Trampas mexicanas para frustrar a la izquierda

Nadie en su sano juicio, que haya seguido las últimas décadas de la historia mexicana, y que además sea un lector asiduo y crítico de la prensa occidental, puede imaginar que Enrique Peña Nieto y su entorno, que en materia de escrúpulos morales son más bien anémicos, le entregaran, el 1° de diciembre, al nuevo presidente Manuel López Obrador (AMLO), unas cuentas saneadas y una posibilidad de que el flamante mandatario pueda aplicar, con limitaciones por supuesto, una estrategia adecuada a su visión política. Si bien en todos los casos ocurre algo parecido, en el caso mexicano, se supone que no serán pocas, en sentido metafórico, las bombas de tiempo que podrán estallarle al nuevo presidente. Son las trampas clásicas destinadas a demostrar que las izquierdas no pueden o no saben gobernar. Es más que evidente que con los poderes fácticos en abierta oposición, más numerosos medios de comunicación que han hecho su fortuna en medio de las licencias, a veces lícitas, a veces no, de los gobiernos neoliberales, es muy difícil aplicar políticas que puedan encuadrarlos en un esquema más riguroso e inclinado a permitir una más justa repartición de la riqueza. Que de eso se trata la gran…

Menos petróleo, más vida

El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU (IPCC) hizo público un informe especial sobre las consecuencias que tendría no conseguir la meta de un aumento máximo de 1,5 grados. Esta nueva alarma lanzada desde los estamentos científicos de la humanidad, puede ser ignorada y ninguneada por los estamentos económicos y políticos. No sería la primera vez y pondría de relieve que si bien el ser humano individual conserva intacto su instinto de supervivencia, cuando actuamos como sociedades con intereses y objetivos concretos y "realistas" (según ellos), ese instinto de supervivencia que se aloja, del modo más militante, en la parte más antigua de nuestro cerebro, parece desaparecer. Los espejitos de colores, llámense dólares, yuanes, yenes, euros, libras, coronas o rublos, nos distraen de lo esencial, ocupándonos de actividades que, con la vida agonizando, no tendrán absolutamente ningún sentido. "Limitar el calentamiento global a 1,5 grados Celsius exigirá cambios rápidos, de amplio alcance y sin precedentes en todos los aspectos de la sociedad", señaló el IPCC al término de una conferencia en Corea del Sur. Habría que disminuir drásticamente el uso de los combustibles fósiles. Eso quiere decir utilizar menos petróleo. Pregunta: ¿Si se ha eliminado, desaparecido o comprado…

¿Cómo se originan nuestros hábitos?

La exageración de los lamentos en los funerales se funda en la necesidad de mostrar un dolor que complazca al difunto para ganarse su buena voluntad.

Baile en Nueva York, paro en Argentina

Mauricio Macri, presidente de la Argentina, recibió un premio llamado "Global Citizen Awards". Lo otorga el think tank estadounidense denominado Consejo Atlántico. Antes recibieron esa condecoración el actual Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau, el italiano Matteo Renzi, el millonario presidente ucraniano, Petro Porochenko, y el presidente colombiano Juan Manuel Santos. Un poco atrás en el tiempo, como para que no queden dudas sobre los ideales de quienes otorgan el premio, galardonaron con una medalla a George W. Bush, uno de los responsables de la guerra en Irak, fundada en la presunta posesión de armas de destrucción masiva por parte de ese país. Armas que, hasta el día de hoy, es decir una década después, aún no han sido halladas y ya nadie las busca porque todos sabemos que nunca existieron. Porochenko y Macri tiene en común el ser inmensamente ricos y están considerados como cabezas de dos de los tres gobiernos más corruptos del planeta. El Consejo Atlántico recibe donaciones de veinticinco gobiernos y de varias empresas como el HSBC, las compañías de armamento Lockheed Martin y Thales, de las petroleras Chevron, BP, Abu Dhabi National Oil Company, Tüpras y Exxon Mobil, del fondo de inversión Blackstone, como así…

A Macri lo excitan los recortes presupuestarios

Todo lo que apunte a la soberanía tecnológica debe ser desmantelado. ¿De dónde puede provenir una decisión tan disparatada como irracional? No hay mucho que pensar para colegir que estos temas escapan al grupo que rodea a Macri

Epidemias y armas son negocios prometedores

Si en la Segunda Guerra Mundial murieron 50 millones de seres humanos, no veo por qué un par de miles más no pueden morir por una enfermedad sembrada.

Luis Alba Rico: “Lo único que le sobra al capitalismo para ser perfecto son los seres humanos”

Extractos de una entrevista, muy rica en contenidos, realizada por Amaya Olivas Diaz.

A Borges no le gustaba el periodismo

De joven leí una historia de la India que me gustó pero que nunca traté de poner en práctica. Me divirtió releerla ahora con 78 años y siento que ya no es tan difícil seguir las enseñanzas del maestro hindú. Durante la juventud es como pedirle peras al olmo pues, inconscientemente, la búsqueda del reconocimiento es un ejercicio tan cotidiano como agotador. La historia que menciono es de autor anónimo y cuenta lo siguiente: "Era un venerable maestro. En cuyos ojos había un reconfortante destello de paz. Solo tenía un discípulo, al que le impartía las enseñanzas místicas. El cielo se había teñido de una hermosa tonalidad de naranja-oro, cuando el maestro se dirigió al discípulo y le ordenó: —Querido mío, acércate al cementerio y, una vez allí, con toda la fuerza de tus pulmones, comienza a gritar toda clase de halagos a los muertos. El discípulo caminó hasta un cementerio cercano. El silencio era sobrecogedor. Quebró la apacible atmósfera del lugar gritando elogios a los muertos. Después regresó junto a su maestro. —¿Qué te respondieron los muertos? —preguntó este. —Nada, ni una palabra. —En ese caso, amigo, vuelve al cementerio e insulta a los muertos. El discípulo regresó al…

El discreto encanto de la corrupción

A Lidia la conocí durante el tórrido verano madrileño. Ambos latinoamericanos, nos aislamos para conversar. Yo vivía los comienzos de mi exilio buscando inconscientemente bastones emocionales en los cuales apoyarme, mientras mi familia, en Argentina, se empeñaba en conseguir sus pasaportes y en vender lo poco que teníamos para reencontrarnos. La distancia con los códigos y los afectos la reemplazábamos contando una y otra vez la odisea de la partida, el dolor de la soledad, pero sobre todo tiempos pasados cuando aún no sabíamos que eran tan buenos y nos quejábamos por situaciones que ahora festejaríamos. Lidia me escuchó con esa paciencia femenina que te convierte en fácil presa emocional. Quedamos en almorzar al mediodía en su casa. Llegué puntual y me di con la sorpresa que la bella nicaragüense no vivía en un modesto departamento, sino en un suntuoso edificio de uno de los barrios más caros de Madrid. Me recibió una empleada, disfrazada de tal, me condujo a la sala y allí, menuda y sonriente, me esperaba Lidia. Retomamos los hilos de la charla dejada en suspenso esa misma madrugada. La coincidencia de puntos de vista aún estaba intacta. Infelizmente, sobre la mesa ratona había una bellísima caja…

La edad de la mentira

Nunca borraré de mi memoria aquel momento de la política internacional donde el ridículo llegó a extremos no imaginados, ni mucho menos deseados. Ocurrió en el recinto de las Naciones Unidas. Ni siquiera Nikita Krushev, golpeando el podio que tenía ante sí con su zapato durante su discurso dirigido a la reunión anual de la Asamblea General, fue tan deshonrosamente ridículo, ni se acercó tanto al absurdo, como aquel instante sublime en el que el Secretario de Estado de los Estados Unidos, general Colin Powell sacudió, frente al Consejo de Seguridad de la ONU, un insignificante frasquito, propio de los extractos de perfume, afirmando, sin ponerse colorado, que dicho frasquito, de inocente apariencia, contenía ántrax suficiente para eliminar toda la población de la ciudad de Nueva York. No se sabe cómo los servicios secretos americanos habían quitado de las manos de Saddam Husein, su antiguo y leal socio, esa frasquito asesino. Muchos que podían dudar de la fortaleza digital de Colin Powell se habrán llevado el susto de su vida viendo como el general elevaba al cielo esa arma de destrucción masiva. Arma que era parte del gran arsenal del que disponía Saddam para terminar con sus enemigos y que…