El siguiente texto fue escrito a pedido de Tinta Azul, revista de la Universidad Jaime Bausate y Meza. Se publicó en diciembre del 2018.
El imperialismo yanqui no tiene escrúpulos y no teme el ridículo.
Triste suerte la del “presidente” interino de Venezuela: vestir la librea de doméstico de la Casa Blanca en el país de Bolívar y Hugo Chávez.
Hemos visto a Luis Gonzales Posada atacar a Maduro con una pasión y fuerza desesperada, que consolidan la acusación que pesa sobre este dirigente aprista, de ser agente de la CIA. El Apra y Acción Democrática de Venezuela son partidos que comenzaron como antiimperialistas y hoy dejan huella en la historia como ladrones del fisco y asesinos de izquierdistas.
El siguiente texto forma parte de mi recién publicado libro sobre la conquista de las ocho horas, que mi abuelo Manuel Caracciolo Lévano llamó a conquistar. Encierra lecciones para hoy, cuando se quiere imponer, por orden del Banco Mundial y FMI, un paquetazo antilaboral.
El primer periodo de la lucha por las ocho horas y por la organización sindical masiva en el Perú es el que va de 1905 a 1911. Comienza con el acto de 1905 en la Federación de Panaderos, en que por vez primera se conmemora el 1.° de Mayo y Manuel Caracciolo Lévano llama a la lucha por las ocho horas. Culmina con un histórico llamamiento lanzado por el Comité de Propaganda Sindical, el 16 de junio de 1911.
Alan García, Jorge del Castillo y Mauricio Mulder no pertenecen a la estirpe de Manuel Arévalo o Armando Villanueva. La represión no los ha tocado ni con el pétalo de una rosa.
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