El zarpazo del voto regional y municipal ha dejado al desnudo varias verdades: que el fujimorismo no existe para las ánforas, que el Apra apenas subsiste con 14 por ciento en La Libertad y 20 por ciento en la provincia de Trujillo, que el Partido Popular Cristiano que tuvo como candidato a Alberto Beingolea, con el espaldarazo de Luis Bedoya Reyes, apenas logró 4.3 por ciento.
Diethell Columbus, el candidato a alcalde de Lima por Fuerza Popular, el partido de Keiko Fujimori, apenas alcanzó el dos por ciento. Eso es significativo en momentos en que se discute el indulto a Alberto Fujimori y en que Kenji Fujimori recuerda que Fuerza Popular, dirigido por su hermana Keiko, se opuso al indulto por temor a dañar sus pretensiones electorales.
Pero la perdedora mayor es la izquierda… El Frente Amplio, que vence en dos regiones del Sur, obtiene tan solo 1.6 por ciento para la alcaldía de Lima. Gustavo Guerra García, de Juntos por el Perú, que agrupa organizaciones sindicales y a los dos partidos marxistas tradicionales (PCP y Patria Roja), queda en la cola, con 0.9 de los votos. En cualquier país moderno, la proporción de esa derrota obligaría a la renuncia de sus principales líderes. Un balance autocrítico se impone.
La otra cara de la realidad es que los ciudadanos han restablecido, no solo en Lima, a Acción Popular como un partido de raíces duraderas. No se puede eludir un análisis de ese fenómeno. Ha ganado en una docena de distritos de la capital: La amplitud social de ese triunfo puede verse en los distritos que gana: Jesús María, Lince, San Isidro, San Juan de Miraflores, La Molina, Magdalena, Pueblo Libre, San Borja, San Isidro, San Luis, San Martín de Porres, Surco.
Hay que entender que parte de esa vastedad obedece a los intentos populistas de AP, un partido que no es de izquierda, sino de centro o de centro derecha, pero que alberga en sus filas tendencias socialdemócratas.
Durante la campaña Muñoz expresó que su plan de gobierno “pone al ciudadano delante y no a las obras”.
“Habrá obras, pero no de forma irresponsable. Hay cosas que, por más que haya buena intención, no se van a poder realizar. Tenemos un presupuesto de S/3.200 millones; no hay plata suficiente”.
No olvidemos que el Presupuesto lo aprueba el Congreso, un Congreso manejado por Fuerza Popular, un partido amargado por su virtual desaparición del mapa electoral.