El proceso electoral de municipios y regiones no tiene quién lo caliente. En los últimos días he escuchado más y más ciudadanos afirmar que no van a votar por nadie porque todos los alcaldes mienten y roban. Lo cual demuestra cuán importante es la honestidad en la política.
La división en el Perú de hoy no es, como plantea el excanciller Allan Wagner, entre honestos y corruptos, sino entre honestos, corruptos e indignados. Las ánforas del voto revelarán las dimensiones de esa horrorosa trinidad.
El referendo proyectado por el Presidente Martín Vizcarra puede arrojar un baño de civismo, pero no puede eliminar el mal de fondo que corroe el civismo nacional, y cuyas consecuencias no se agotan en el corto plazo.
La idea de introducir reformas judiciales y políticas tiene amplio apoyo, pero aún no es una corriente impetuosa. La prueba es que en el mes de la campaña de Vizcarra por las reformas, la aprobación de él ha bajado un punto.
Un dato preocupante en la encuesta El Comercio-Ipsos publicada ayer es que el gobierno en su totalidad solo tiene 30 por ciento de aprobación.
Entretanto, mientras todos los indicios, incluidos los embates climáticos, señalan la proximidad de una catástrofe económicosocial en los Estados Unidos, el llamado Grupo de Lima ideado contra Venezuela por el régimen de Pedro Pablo Kuczynski, dio ayer marcha atrás: condenó el proyecto del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, de intervenir militarmente en Venezuela.
Luis Almagro, cómplice de PPK, adoptó en el 2014 una posición radicalmente hostil al gobierno venezolano. En consecuencia, el expresidente de Uruguay José Mujica declaró “Lamento el rumbo por el que enfilaste y lo sé irreversible, por eso ahora formalmente te digo adiós y me despido”.
En 2015, Almagro fue elegido Secretario General de la Organización de Estados Americanos. Ayer, el Grupo de Lima lo desautorizó por pronunciar un discurso a favor de una invasión a la Patria de Bolívar.
Anoche, en su Mensaje a la Nación, el presidente Vizcarra cerró el tiempo del suspenso y la obstrucción, y abrió la puerta al artículo 134 de la Constitución:
Artículo 134°.- El Presidente de la República está facultado para disolver el Congreso si éste ha censurado o negado su confianza a dos Consejos de Ministros.
El decreto de disolución contiene la convocatoria a elecciones para un nuevo Congreso. Dichas elecciones se realizan dentro de los cuatro meses de la fecha de disolución, sin que pueda alterarse el sistema electoral preexistente.