Las inminentes elecciones municipales no traen ninguna promesa grata para Lima. ¡Hay tantos candidatos y tan pocas ideas! Renzo Reggiardo, que encabezaba las encuestas como candidato al sillón metropolitano, es miembro de un clan que lleva el fujimorismo en la sangre y la complicidad.
Nuestro columnista Luis Torres escribió el 18 de setiembre:
“El papá de Renzo, es el fundador, presidente, y representante legal de Perú Patria Segura, responde a los nombres de Andrés Reggiardo Sayán; es el patriarca del ‘clan Reggiardo’ y los cargos que detenta a la vez hablan de su poder tras bambalinas. Reggiardo Sayán fue tres veces congresista fujimorista en las épocas más duras para la democracia peruana. Un hombre que se mantuvo fiel al gobierno de los vladivideos y los crímenes de Barrios Altos y la Cantuta. Renzo Reggiardo no es muy diferente a su padre. Tiene el mismo origen en la política, es decir, sobrevivieron por los guardianes de plomo más fieles del dictador Alberto Fujimori. Nació en la política por la hediondez de una Martha Chávez, cuando el Congreso de la República negó la participación de Alberto Fujimori como candidato en las elecciones, la señora, por ese entonces candidata presidencial, invitó (a Renzo) a ocupar el sitio dejado por su padre Andrés. Y Reggiardo fue electo congresista en el 2006, junto a Carlos Raffo, Luisa María Cuculiza y Keiko Fujimori.”
Ricardo Belmont, que iba hasta hace pocos días tercero en las encuestas, candidatea por un supuesto partido Perú Libertario. Hay allí una contradicción. Conforme a la teoría y la historia, si es partido no puede ser libertario, es decir, anarquista. La adopción del nombre –así como el “debate” imaginado por él y su hermanón Renzo– no pasa de ser una criollada.
Sin duda que el fujimorismo manejaba la escopeta de dos cañones: Reggiardo, que pasaba piola como independiente, y su candidato oficial Diethell Columbus, que aparece muy abajo en los sondeos. El de Datum publicado ayer le asigna tres por ciento de la intención de voto.
Datum dibujó el marco de incertidumbre que acompaña esta elección. El 35 por ciento de los ciudadanos decide su voto el día mismo de las elecciones; el 23 por ciento, tres días antes.
O sea que 58 por ciento no decide sino a último momento por quién vota, si es que vota por alguien.
En el ínterin, continúa el baile de máscaras, máscaras que van cayendo una a una.