El país entero repudia la corrupción y lucha contra ella, caiga quien caiga, pero tenemos un Fiscal que encubre la corrupción.
Alan García y Keiko Fujimori están en el banquillo por lavado de activos y cobro de coimas a Odebrecht, que permitieron a esta no solo ganar licitaciones, sino encarecer obras con perjuicio del fisco, es decir, de todos los peruanos. Pero tenemos un Fiscal que protege con descaro a ambos personajes políticos.
El fiscal José Domingo Pérez, de la Fiscalía Antilavado de Dinero, dirige un equipo calificado que está llevando a cabo un debido proceso contra personajes eminentes de la corrupción. Pero tenemos un Fiscal de la Nación que quiere desintegrar ese equipo, para lo cual ha destituido a la impecable magistrada Érika Delgado, del sector especializado en el escándalo Lava Jato y que preparaba, con datos nuevos recibidos de Brasil, el interrogatorio a Alan García y a Keiko Fujimori.
En la televisión he escuchado a un jefe fujimorista afirmar que Fuerza Popular es el partido político más fuerte del país. Era, si es que alguna vez fue partido. Las elecciones del domingo 7 demostraron, en todo caso, que es un organismo en vías de extinción. El voto ciudadano lo ha borrado en costa, sierra y selva. De nada le han servido los millones de dólares lavados ni los aportes fingidos.
La actitud de Chávarry demuestra qué clase repulsiva de magistrados tienen los corruptos, qué nivel de tretas manejan, hasta dónde llega su falta de escrúpulos. Por eso hay que exigir al gobierno la protección debida a José Domingo Pérez y sus colegas.
Otra forma de defender al equipo de Pérez es acelerar y profundizar las investigaciones sobre García y su aliada política y moral, la señora K. La batalla de fondo contra Chávarry se va a librar en calles y plazas de todo el país. De la amplitud y acierto de esa lucha puede emerger el nuevo liderazgo político que dé cristiana sepultura al alanismo y el fujimorismo, en la fosa común del olvido. La voz de orden debe ser: ¡Fuera Chávarry y sus cómplices de la Fiscalía!