Hace cien años, hubo en Lima una marcha obrera en apoyo del paro de las subsistencias. Dos mujeres descollantes encabezaron la marcha: la anarquista Evangelina Acosta Cárdenas, presidenta de la Comisión Organizadora del paro, y Zoila Aurora Cáceres, hija del héroe de La Breña. El desfile recorrió el jirón Trujillo y luego llenó la Alameda de los Descalzos. En una foto de masas se distingue a un personaje que parece César Vallejo, cuyos vínculos con el movimiento obrero datan de Trujillo y de los días en que dormía en la casa de Julio Portocarrero, en Vitarte. Corría mayo de 1919. Se calcula que en esa marcha participaban 50 mil ciudadanos. Lima tenía 500 mil habitantes.
En el Callao hubo otra marcha, que duplicó la del Rímac. La revista Variedades publicó una foto en la cual se ve cómo las masas cubrían todo lo ancho de la avenida Saénz Peña. Años después, evocando ese paro, Carlos Barba, uno de los dirigentes del paro, me dijo:
“César, ¡tuvimos el poder en nuestra manos, y no supimos qué hacer con él!”.
Otra marcha notable del siglo XX fue la de la reaparición pública del Apra y su fundador, Víctor Raúl Haya de la Torre, el 20 de mayo de 1945. Una muchedumbre se concentró primero en el Campo de Marte y después marchó a la Plaza San Martín. Un partido sañudamente perseguido durante casi quince años recuperaba, gracias a la lucha de todo el pueblo, su libertad y la de su líder. Yo, como muchos no apristas, estuve allí. Presencié el momento emocional en que Haya emergió de una oficina de un segundo piso, avanzó con paso rápido y enérgico en el balcón y parecía que se iba a lanzar desde allí. Un estremecimiento de aplausos recorrió la Plaza.
El discurso de Haya abrió sin embargo un periodo de suspenso en muchos corazones y conciencias, con frases como: “En todo Gólgota auténtico hay perdón”. “No venimos a quitarle la riqueza a quien la tiene, sino a crearla para quien no la tiene”.
A pocos metros de allí, en los balcones del Club Nacional, un racimo de oligarcas aplaudía. Habían confirmado que el Apra había abandonado sus principios y su historia, clandestinamente. Frente a eso, la marcha de hoy puede ser la gran marcha del siglo XXI.