La fuga del suspendido juez supremo César Hinostroza encierra misterios que no son tan misteriosos: ha tenido cómplices en el Congreso y posiblemente en el aeropuerto y en la cancillería. Hay que bucear en el puerto, centro de la exportación incesante de droga y de un poder judicial excesivo y corrupto.
La vasta trama de la fuga confirma la importancia del personaje al que le atribuyen la condición de jefe de la banda «Los cuellos blancos del puerto», que hacían y deshacían en la justicia del Callao a lo largo de años, con la complicidad sin duda de autoridades portuarias.
El fujimorismo hace ahora en el puerto muecas justicieras, exigiendo castigo y cárcel para los culpables de la fuga. No se dan cuenta de que están mentando la soga en casa del ahorcado. Omiten, sobre todo, que el prófugo ha huido por miedo a que se destapen del todo sus vínculos con Keiko Fujimori y con la red del narcotráfico y el lavado de dinero.
Un informe de la fiscal provincial enviado en agosto al juez supremo Pablo Sánchez incluía en la organización criminal «Los cuellos blancos del puerto» a jueces y fiscales supremo como César Hinostroza y Pedro Chávarry.
Ha trascendido que Hinostroza se reunió con Héctor Becerril en la casa del empresario aprista Antonio Camayo, a principios de mayo de 2017 «con el objeto de que César Hinostroza se reúna con Keiko Fujimori».
«Días después Hinostroza Pariachi le informó a Antonio Camayo de que llegó a reunirse con Keiko Fujimori en el domicilio de esta última, habiendo tratado en la misma, políticas de Estado», señala el informe. El texto indica asimismo que el legislador Miguel Torres también solicitó una reunión con Hinostroza y esta se concretó para hablar de un proyecto de ley de lavado de activos.
El caso de Hinostroza es el de un Tartufo cabal. El hombre encargado de impartir justicia se burla de la justicia. Se lleva a España un prontuario de delitos. Ahora es posible que sus mandantes y sus cómplices peruanos traten de librarse de él, para que no divulgue los negocios sucios que manejaba con políticos y delincuentes (a veces son sinónimos).