Hoy, 15 de septiembre de 2025, la Iglesia católica conmemora a Nuestra Señora de los Dolores en su santoral, una festividad que resalta el papel fundamental de la Virgen María en la historia de la redención y el sufrimiento del Hijo. Esta celebración se produce un día después de la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, donde se recuerda el sacrificio y la pasión de Jesucristo.
Nuestra Señora de los Dolores, también conocida como la Virgen de los Dolores, la Dolorosa, la Virgen de la Amargura, entre otros nombres, simboliza la profunda conexión de María con el sufrimiento de su Hijo. Según el Martirologio Romano, su memoria se recuerda debido a que “de pie junto a la cruz de Jesús, estuvo íntima y fielmente asociada a su pasión salvadora”. La figura de María en este contexto es evocativa de la nueva Eva, cuyo papel, a través de su obediencia, contribuyó a la vida, en contraste con la primera mujer, cuya desobediencia trajo la muerte al mundo.
María es frecuentemente representada en el arte y la iconografía religiosa con una espada atravesando su corazón, que simboliza el sufrimiento profundo experimentado a lo largo de la vida de Jesucristo. En muchas representaciones, viste colores oscuros, como el negro o el morado, que aluden a la tristeza y el luto. En latín, es invocada como Maria Virgo Perdolens o Mater Dolorosa.
La devoción a Nuestra Señora de los Dolores se centra en los siete dolores que vivió María, momentos que son considerados claves en su vida y que están detallados en los evangelios. Estos episodios son:
- La profecía de Simeón que presagia el sufrimiento de María (Lucas 2,25-35).
- La huida a Egipto para salvar a Jesús (Mateo 2,13-15).
- La pérdida de Jesús en Jerusalén cuando tenía doce años (Lucas 2,41-50).
- El encuentro de María con Jesús en el camino al Calvario (Lucas 23,27-31; Juan 19,17).
- La crucifixión y muerte de Jesús (Juan 19,25-30).
- El descenso del cuerpo de Jesús de la cruz (Salmo 130; Lucas 23,50-54; Juan 19,31-37).
- La sepultura de Jesús (Isaías 53,8; Lucas 23,50-56; Juan 19,38-42; Marcos 15,40-47).
Además de María, hoy se celebran otros santos importantes en la tradición católica, quienes también fueron instrumentales en la propagación de la fe y la vida cristiana.
- San Nicomedes de Roma, conocido por su martirio en defensa de la fe cristiana.
- San Valeriano de Tournus, una figura notable en la evangelización de su región.
- Santos Estratón, Valerio, Macrobio y Gordiano de Tomis, mártires que compartieron su fe hasta el final.
- San Nicetas Godo, cuya vida y obra reflejan un fuerte compromiso con la fe.
- San Alpino de Lyon, extensor de la tradición cristiana en su comunidad.
- San Apro de Toul, destacado por su labor evangelizadora.
- San Aicadro de Jumieges, que contribuyó a la formación del clero local.
- Santos Emila y Jeremías de Córdoba, santos venerados en la región andaluza de España.
- Santa Catalina Fieschi, una figura admirable por su dedicación al servicio y la caridad.
- Beato Rolando de Médicis, por su vida ejemplar en la fe.
- Beato Camilo Costanzo y varios otros beatos, cuyos caminos de fe y servicio fueron cruciales.
¿Qué es el santoral?
El santoral católico es el conjunto de nombres y festividades que la Iglesia ha establecido para honrar a aquellos que han llegado a ser reconocidos como santos y beatos. Documentos como el Martirologio Romano sirven como guía, organizando cerca de 7.000 nombres en un calendario que celebra sus memorias a lo largo de todo el año.
¿Por qué se celebra el día del santo?
Cada día del año está asociado a un santo o beato en particular para recordar sus contribuciones a la fe cristiana y ofrecer un modelo de virtudes a los fieles. Estas conmemoraciones sirven para inspirar a los creyentes y reforzar su propia fe, a la vez que promueven la devoción hacia aquellos que han vivido ejemplarmente en la tradición cristiana.
¿Cómo se convierte alguien en santo?
El proceso de canonización es función de la Iglesia católica para declarar a un fiel como santo. Este incluye una investigación exhaustiva de su vida, virtudes y milagros atribuidos a su intercesión. El proceso se compone de varios pasos, comenzando frecuentemente con la declaración de venerable, luego beato y, finalmente, santo, lo cual implica la verificación de al menos un milagro posterior a la beatificación.