Hoy, 11 de octubre, la Iglesia católica rinde homenaje a importantes figuras del santoral, destacando a Santa Soledad Torres Acosta y San Juan XXIII, entre otros santos y beatos relevantes en la historia de la fe cristiana.
Santa Soledad Torres Acosta, nacida en Madrid en 1826, se ha convertido en un símbolo de caridad y dedicación a los más necesitados. Desde su juventud, se involucró profundamente en las labores de asistencia a enfermos pobres, inspirada por el trabajo de las hermanas Vicentinas. En una época marcada por la epidemia del cólera en Europa, su compromiso la llevó a formar, en 1851, la Congregación de Siervas de María Ministras de los Enfermos, junto a seis mujeres voluntarias. Fue pionera en la atención a los enfermos en sus hogares, una labor que realizaba con total entrega y que se convirtió en su legado. Santa Soledad fue canonizada en 1970, reconociendo así su incansable labor en pro de los más vulnerables.
San Juan XXIII, conocido como "el Papa bueno", nació con el nombre de Angelo Giuseppe Roncalli el 25 de noviembre de 1881 en Sotto il Monte, Italia. Su pontificado, que abarcó desde 1958 hasta 1963, estuvo marcado por su afán de renovación y diálogo. Juan XXIII convocó el Concilio Vaticano II, un evento trascendental que buscó actualizar la comunicación de la fe en el contexto de un mundo en constante cambio. Su carisma y disposición cercana hacia las personas, especialmente las más desfavorecidas, le hicieron ganar el aprecio de muchos. Falleció el 3 de junio de 1963 y fue beatificado en el año 2000 por el Papa Juan Pablo II, siendo canonizado en 2014. Su legado perdura, inspirando a la Iglesia a una mayor cercanía con la humanidad.
En la celebración de hoy, también se conmemoran otros santos, incluyendo:
- San Felipe, uno de los primeros diáconos, reconocido por sus labores misioneras y por haber bautizado al eunuco de la reina de Etiopía.
- Santos Táraco, Probo y Andrónico de Cilicia, mártires de la fe cristiana en los primeros siglos.
- Santos Nicasio, Quirino, Scubículo y Piencia de Vexin, conocidos por su dedicación a la evangelización.
- San Santino de Verdún, mártir que entregó su vida por su fe.
- San Sármata de Tebaida, reconocido por su vida ascética y devoción a Dios.
- San Fermín de Uzès, uno de los primeros obispos franceses.
- San Cánico de Irlanda, un importante predicador en su tiempo.
- San Anastasio de Schemaris, conocido por su vida de eremita y devoción.
- San Gumaro de Lierre, un mártir cuyas acciones fueron recordadas en la comunidad cristiana.
- San Bruno de Colonia, fundador de la orden cartujana.
- San Gaudencio o Radzim, también recordado por su vida y obra santa.
- San Meinardo de Riga, un evangelizador en el norte de Europa.
- Beato Jacobo de Ulma Griesinger, conocido por sus virtudes cristianas.
- San Alejandro Sauli, famoso por su educación y trabajo pastoral.
- San Pedro Le Tuy, quien dejó huella en su comunidad por su entrega.
- Beato Ángel Ramos Velásquez, conocido por su vida ejemplar.
¿Qué es el santoral?
El santoral católico se refiere al conjunto de personajes reconocidos por la Iglesia como santos y beatos a lo largo del calendario litúrgico. El Martirologio Romano es la fuente oficial que designa las festividades de todos los santos, incluyendo alrededor de 7,000 nombres a través de la historia cristiana. Estas celebraciones permiten a los fieles recordar y honrar las virtudes y legados de aquellos que vivieron una vida ejemplar de fe y amor hacia los demás.
¿Por qué se celebra el día del santo?
La celebración del día de un santo tiene varias motivaciones. En primer lugar, permite a los creyentes recordar y agradecer la vida de aquellas personas que fueron ejemplos de virtud y dedicación cristiana. También ofrece la oportunidad de reflexionar sobre sus enseñanzas y el impacto que estas figuras históricas han tenido en la espiritualidad de la Iglesia y en la conducta de los fieles. Cada santo representa un modelo a seguir, y su festividad es un momento para reavivar la fe personal y comunitaria.
¿Cómo se convierte alguien en santo?
La canonización es el proceso formal mediante el cual la Iglesia declara a alguien como santo. Generalmente, comienza con un período de espera, seguido de la investigación de la vida y virtudes de la persona. Se requiere la verificación de milagros atribuidos a su intercesión. Después de un examen meticuloso, el Papa puede declarar a la persona como santa. Este proceso no solo reconoce su vida, sino también su impacto en la comunidad de fe y su cercanía a Dios.