En El Gouna, el desierto egipcio se transforma en un oasis de agua y color. El Sheraton Miramar Resort El Gouna, diseñado por Michael Graves, se levanta sobre un conjunto de islas artificiales que se entrelazan mediante canales, evocando una pequeña Venecia del Mar Rojo. La arquitectura, inspirada en Hassan Fathy y en los pueblos nubios del sur de Egipto, combina bóvedas, cúpulas y muros de estuco color arena con reflejos turquesa.

Desde una mirada peruana, resulta imposible no establecer un paralelismo con los pueblos andinos y su arquitectura vernácula: el uso de materiales naturales, la adaptación al clima extremo y la integración con el paisaje. Al igual que las construcciones en adobe de Ayacucho o Cusco, el Sheraton Miramar busca proteger del calor mediante muros gruesos, techos abovedados y patios interiores que permiten la ventilación cruzada.
Ambos mundos —el desierto egipcio y la sierra peruana— comparten una filosofía común: la arquitectura como extensión del entorno natural. Así como los incas moldearon la piedra para fundirla con la montaña, Graves reinterpretó el adobe y las formas nubias para que el edificio dialogara con el viento y la arena.
El resultado no es un lujo ostentoso, sino una armonía táctil y emocional. Cerámicas hechas a mano, tejidos locales y una escala humana convierten cada rincón en una experiencia sensorial. No sorprende que el Miramar cuente con un alto índice de visitantes que regresan, buscando esa conexión esencial entre el hombre y la tierra.
El Gouna: la ciudad soñada del desierto egipcio
Durante nuestra visita a El Gouna, tuvimos la oportunidad de conversar con Hamdy Khalaf, gerente del Hotel Sheraton Miramar, quien nos habló de la fascinante historia arquitectónica de este lugar único, concebido por el empresario y fundador Samih Sawiris.
La inspiración: Hassan Fathy y la arquitectura nubia
Sawiris se inspiró en dos grandes fuentes: por un lado, la obra del célebre arquitecto egipcio Hassan Fathy, conocido por rescatar la arquitectura vernácula del país; y por otro, en los pueblos tradicionales del sur de Egipto, especialmente en la región de Nubia (Nuba Egypt).
Aquellas aldeas coloridas, con sus bóvedas, patios y muros encalados, despertaron en él la idea de reproducir esa armonía en medio del desierto. Así nació El Gouna, una ciudad planificada que emergió de la nada y hoy cuenta con hoteles, hospitales, colegios y residencias, todo bajo una coherencia estética inspirada en la tradición nubia.

El Sheraton Miramar: una obra de Michael Graves
Para diseñar el Hotel Sheraton Miramar, Sawiris recurrió al reconocido arquitecto estadounidense Michael Graves, famoso por sus proyectos posmodernistas y por su trabajo posterior con Disney World y EuroDisney.
Graves logró combinar la esencia arquitectónica egipcia con su particular estilo internacional, creando un hotel que parece flotar entre islotes, canales y jardines. Las formas redondeadas, los colores terrosos y los techos abovedados no solo evocan el espíritu nubio, sino que también responden a las condiciones climáticas: los techos altos permiten mantener las habitaciones frescas incluso bajo el intenso sol del Mar Rojo.
Graves aborda un proyecto de resort costero/desértico con un fuerte componente de paisaje, agua y arquitectura vernácula reinterpretada. Aquí los puntos técnicos más relevantes:
- El complejo se organiza sobre nueve islas artificiales, conectadas mediante canales y lagunas entre los edificios, de forma que la mayoría de las habitaciones disfruten de vistas al agua o al paisaje acuático interno.
- La tipología de volúmenes es de baja altura, esparcida horizontalmente (no un rascacielos), lo que favorece que la escala se sienta más “village” que “hotel torre”. Se utilizan agrupaciones de edificios pequeños, patios y cuerpos que evocan la arquitectura rural egipcia.
- Materiales, formas y detalles se inspiran en la arquitectura tradicional egipcia y nubia: muros estucados de color claro, bóvedas y cúpulas ligeras de ladrillo o enlucido, superficies planas, arcos y volúmenes simples.
- Los techos altos y abovedados, como ya comentamos, funcionan como estrategia térmica: al tener un volumen de aire mayor, se absorbe menos la ganancia directa de calor hacia la estancia, y se favorece la ventilación (incluso mediante corrientes internas) y la sombra interior. En un entorno de costera/desierto como el Mar Rojo, ese tipo de techo ayuda a mantener mayor confort térmico sin depender únicamente de la climatización activa.
- La paleta cromática está dominada por tonos terrosos, arenas, blancos cálidos (evocando el desierto), mezclados con acentos en turquesas o azules del agua, para reforzar el vínculo con el paisaje acuático.
- El diseño interior — mobiliario, luminarias, piezas artesanales — tiene un fuerte componente artesanal local: vidrio soplado, cerámica, alfombras hechas a mano. Esta dimensión craft no solo aporta autenticidad sino que conecta el edificio con el tejido cultural del lugar.
- En la remodelación de 2018, el color interior se simplificó y la iluminación decorativa se actualizó, lo que denota que el proyecto original buscaba un equilibrio entre tradición y lujo contemporáneo.
El valor de lo artesanal y lo local
El gerente del hotel nos comentó detalles que sorprenden por su autenticidad. Casi todos los elementos del Sheraton —desde las sillas hasta los apliques de las lámparas o los lavamanos de cerámica— son hechos a mano por artesanos locales. Cada pieza refleja la identidad cultural de Egipto y refuerza la sensación de estar en un lugar con alma.

Una experiencia de naturaleza y serenidad
El objetivo del hotel no es ofrecer la modernidad de los grandes complejos europeos, sino algo más profundo: una experiencia sensorial y relajante. Desde la recepción hasta las habitaciones, el huésped se ve rodeado de palmeras, puentes, canales, pequeños lagos y rincones escondidos donde el agua y la luz crean una atmósfera mágica.
De noche, la iluminación tenue y cuidadosamente dispuesta transforma el espacio en un oasis de calma. Con alrededor de 350 habitaciones distribuidas horizontalmente, el Sheraton Miramar rompe con la verticalidad típica de los hoteles urbanos y recuerda más a los complejos de playa de Cancún, aunque en un entorno radicalmente distinto: el desierto.
Entre desiertos y selvas: un puente simbólico con América Latina
Resulta interesante comparar este rincón egipcio con destinos de México o incluso de Perú. En ambos lugares, la conexión entre arquitectura, paisaje y tradición cultural juega un papel esencial.
México y Egipto comparten incluso un símbolo ancestral: las pirámides, construidas por civilizaciones que nunca tuvieron contacto entre sí, pero que compartieron la necesidad de crear monumentos que conectaran lo humano con lo divino.
Y si Cancún es un paraíso verde tallado en la selva, El Gouna es su contraparte árida: un paraíso tallado en el desierto, donde la mano del hombre ha sabido convivir con la naturaleza.

Visión y legado de Samih Sawiris
La visión de Samih Sawiris no se limitó a crear un resort, sino una ciudad viva. Él sigue siendo propietario no solo del hotel Sheraton, sino de gran parte de El Gouna. Además, impulsó la creación del Festival de Cine de El Gouna, que ha colocado a la ciudad en el mapa cultural internacional.
La arquitectura del Sheraton Miramar El Gouna combina la aproximación «vernacular reinterpretada» (formas y técnicas de la arquitectura tradicional egipcia), con la escala de resort contemporáneo, y con una estrategia de paisaje-agua-arquitectura que pretende que el huésped “entre en la naturaleza” desde que llega hasta su habitación. Esto se alinea con la visión de su promotor Samih Sawiris de “hacer del desierto un paraíso”.



