Después de más doscientos años de independencia y culminadas algunas guerras externas e internas, estamos en un camino lleno de incertidumbres. De cuentas por saldar y de deseos incumplidos. ¿Basta con la resiliencia para persistir y la esperanza en los nuevos cerebros para diseñar proyectos y empresas?
En medio de una apabullante propaganda mediática y de una precaria calidad educacional y científica ingresamos al mundo digital desprovistos para distinguir lo valioso del bulo pernicioso. En este nuevo mundo se impone el todo vale mientras sirva para divertir y entretener aun a costa de la solidaridad y del bien común.
De pronto, cual palanca salvadora emerge el puerto de Chancay que, por su ubicación y peso estratégico, sitúa al Perú en un punto clave desprovisto de recursos humanos calificados. Este puerto está amparado en recursos financieros y la visión geoestratégica China, asido de la improbable calidad de la educación básica, profesional y tecnológica para convertirse en palanca de desarrollo.
Las actividades portuarias modernas, desde la conservación y gestión hasta sus complejas conexiones con el embarque y desembarque, requieren recursos humanos calificados. Las conexiones con China y Brasil posibilitarán otras novedades, sin descontar el nexo con Bolivia y la preocupación de Chile que merecen ensanchar la agudeza peruana en nuestras relaciones internacionales.
Se requiere una reorientación profunda y sistémica de nuestra gobernanza en materia educacional desde la nociva separación entre “letras” y “ciencias” como abismo entre matemáticas y ciencias sociales. Un hecho notorio es cuando se tiene que entender la inteligencia artificial IA. Y peor, cuando las “investigaciones” que se promueven, comienzan y terminan en las aplicaciones mecánicas que no son sino el uso de productos sin entender sus mecanismos y fundamento.
La lógica, la matemática y la estadística, excluidas de la sociología y la educación como quehacer cotidiano, han limitado la creatividad y la posibilidad de atisbar mundos impensables. En las actividades educacionales se formulan problemas e incluso se suele hablar de metodología de problemas aplicados a la educación. Pero, lo paradójico es que se carece de una teoría consistente de los problemas.
El manual más socorrido de metodología de la investigación carece de un capítulo acerca de problemas. Si los problemas para investigar no están planteados de modo adecuado, cuyas variables carecen de ubicación y cuantificación, la investigación será literatura irrelevante. Si la razón de ser de la investigación son los problemas y estos no existen, menos viable será la investigación.
Si los datos de los organismos internacionales tienen algún valor respecto de la educación, nuestro país ocupa los últimos lugares. No hace falta volver a la infraestructura, al equipamiento y al mobiliario. Si se carece de la conectividad, la información bibliográfica, la enseñanza de las ciencias y las matemáticas, no harán falta reiterar que los algoritmos estarán ausentes. Seguiremos siendo sonámbulos pretendiendo investigar en IA fuera la secuencia finita de esa elegante estructura formal.
La búsqueda de culpables pude resultar ocioso, odioso y pueril. Comenzar la alfabetización científica es una necesidad perentoria. Hacerlo desde y con los maestros de las escuelas y los colegios mediante concursos de proyectos pude ser prometedor. Convertir los sueños de algunos maestros en realidad, acercándose a ellos mediante propuestas edificantes, motivadoras y divertidas, en el aprendizaje de las matemáticas y las estadísticas.
La educación, promotora de cambios nunca ha dejado de estar conectada con la búsqueda y valoración genuina de talentos. Talentos descuidados en los vericuetos de la burocracia retardataria, lejos del trabajo paciente de los maestros.