En la tranquila cafetería del Sea Cinema, en El Gouna, el murmullo de las películas que pasan un sus tres salas se mezcla con las voces de los tertulianos cercanos. Allí, entre cafés y cuadernos de notas, conversamos con Marianne Khoury, directora artística del Festival de Cine de El Gouna, que este año celebra su 8ª edición entre el 24 y el 31 de octubre en esta ciudad costera egipcia.
El certamen, fundado en 2017, nació con el propósito de tender puentes entre el cine árabe y el internacional, apostando por el talento emergente y el diálogo entre culturas. “Este es mi tercer año como directora artística del festival”, explica Khoury con serenidad. “Llevo 45 años en la industria. Empecé en 1980, así que ya puedes imaginar mi edad”, dice entre risas.
Cineasta, productora y una de las impulsoras de Zawya, la única sala de cine de autor que funciona todo el año en Egipto, Khoury ha estado siempre vinculada al cine en todas sus facetas. “He trabajado en todo: producción, dirección, festivales...”, recuerda. Su mirada combina experiencia con una pasión intacta por descubrir nuevas voces.
“Lo más difícil es encontrar nuevos talentos, descubrir voces que aún no se han escuchado”, confiesa. Para ello, un equipo de seis programadores viaja a lo largo del año a los principales festivales internacionales, desde Sundance hasta Berlín. “Queremos descubrir nuevos talentos, y si vienen del Sur global, aún mejor”.
Entre las secciones que más valora, destaca la dedicada al cortometraje: “Los cortos son muy importantes. Son el pasaporte para entrar en la industria, la manera de reconocer un buen talento desde el principio”. El objetivo, añade, es acompañar a esos creadores a lo largo de su carrera: “No se trata solo de proyectar una vez y olvidarse. Queremos seguir su evolución”.
El festival cuenta además con una sólida plataforma industrial, CineGouna Platform, donde se impulsan proyectos en desarrollo y postproducción. “Tiene fondos, foros, encuentros con expertos y el programa Emerge, que fundamos hace tres años para jóvenes talentos de Egipto, África y Oriente Medio”, explica.
En cuanto a las comparaciones con el Festival Internacional de Cine de El Cairo, Khoury responde sin dudar: “Son cosas diferentes. El Cairo tiene una población enorme y un público natural. En El Gouna tuvimos que construir nuestra audiencia desde cero, pero está creciendo cada año”.
Mientras termina su café, Marianne Khoury observa el ir y venir del equipo del festival. Su tono se mantiene tranquilo, pero su mirada refleja la certeza de quien ha hecho del cine no solo un oficio, sino una forma de vida: un espacio para descubrir, conectar y construir futuro.