En un panorama donde la animación comercial parece jugar siempre sobre seguro, con fórmulas ya desgastadas y presupuestos exorbitantes que no garantizan éxito —como demuestran casos recientes como Wish o Elio—, llega una propuesta refrescante y profundamente inteligente desde el corazón de Toulouse: Falcon Express. Presentada oficialmente el 25 de junio en su ciudad natal, y no en París como suele ser la norma, esta producción del estudio francés TAT se perfila como una de las películas más singulares del año. Sus directores, Benoît Daffis y Jean-Christian Tassy, junto con el productor Jean-François Tosti, compartieron con entusiasmo que la cinta fue recibida con ovaciones en el Festival de Cine de Animación de Annecy, donde el público aplaudió incluso durante la proyección.
La premisa es aparentemente sencilla: unas mascotas atrapadas en un tren a toda velocidad deben frustrar los planes de Hans, un tejón sediento de venganza. Aunque el choque parece inevitable, cuentan con la ayuda de Falcon, un mapache astuto y lleno de recursos, dispuesto a todo para salvarlos. Pero pronto queda claro que se trata solo de una excusa para desplegar una mordaz crítica social. Uno de los blancos principales son los medios de comunicación, retratados como cazadores de contenido viral que no dudan en manipular emociones o banalizar tragedias para obtener clics. Este mensaje, que en manos de otros podría sonar panfletario, aquí se expresa con un humor filoso y una sensibilidad muy particular, sin dejar de ser accesible para públicos de todas las edades.

La película brilla por su guion —escrito por David Alaux, Eric Tosti y Jean-François Tosti— cargado de doble sentidos, juegos de palabras (como el hilarante caso de “Ana la serpiente”, cuyo nombre artístico es en realidad Ana Conda) y referencias culturales que funcionan tanto para niños como para adultos. Hay homenajes inesperados —como uno visual a Karate Kid con ratones entrenando al atardecer— y escenas emocionalmente complejas, como la de un roedor sumido en la depresión tras perder a su pareja, una representación poco habitual y muy honesta del duelo en el cine animado.
A pesar de algunas limitaciones técnicas en el modelado de personajes humanos secundarios, la cinta no sufre por ello. Tal como ocurrió con Flow, la prioridad aquí es la historia y el ritmo narrativo, no el hiperrealismo. De hecho, Falcon Express demuestra que una buena película de animación no necesita alcanzar el estándar visual de Pixar o Disney si tiene algo verdaderamente valioso que contar.
Desde cobayas hippies embarazadas que reflexionan sobre la muerte, hasta sátiras sobre el postureo mediático, Falcon Express ofrece una montaña rusa emocional que evita el sentimentalismo fácil. En palabras de sus creadores, se trata de una película “con un guion adulto, que no subestima al espectador”, y eso se siente en cada escena. Su estreno en Francia está previsto para el 2 de julio, pero ya ha dejado claro que marca un nuevo nivel para el estudio TAT, superando incluso a sus trabajos previos como Pil o Patti y la furia de Poseidón.
En el estudio TAT, están inmensamente orgullosos de que la producción sea 100% tolosana y de la región de Occitania. Un ejemplo destacado es su colaboración con Studio Cercle Rouge, responsables de la creación de los sonidos y cuya supervisora musical Fanny Lamothe se encontraba entre el público. Como curiosidad indicar que Cercle Rouge cuenta con una trayectoria notable trabajando con artistas hispanos como el reconocido director colombiano Fabián Hernández, cuya multipremiada película Un Varón ha conquistado múltiples premios en el festival de cine de Lima en 2022.
En definitiva, Falcon Express no solo es una bocanada de aire fresco en la animación europea, sino también una prueba de que el cine animado aún puede sorprender, emocionar y hacernos pensar, todo mientras reímos sin parar.