El Congreso de la República vacó esta noche a Dina Boluarte por incapacidad moral permanente, en una sesión extraordinaria que pasó directamente a la votación luego de que la mandataria no acudiera al hemiciclo a ejercer su defensa en el plazo fijado por la Mesa Directiva.
La mayoría parlamentaria evitó el debate y cerró filas para alcanzar con holgura el umbral de 87 votos requerido por la Constitución y el Reglamento del Parlamento. Se consiguieron 124 votos a favor, sin abstenciones ni votos en contra.
La jornada se precipitó tras la admisión de cuatro mociones de vacancia registradas en el Congreso, que reunieron firmas de múltiples bancadas y consolidaron una correlación adversa al Ejecutivo. Los pedidos alegaron incapacidad para enfrentar la delincuencia y el crimen organizado, denuncias de corrupción y episodios de presunto abandono de funciones.
Cayó Boluarte
Luego de casi tres años en el poder, Dina Boluarte deja Palacio de Gobierno marcada por una acumulación de escándalos, represión y crisis, que terminaron por sellar su salida. Su mandato comenzó en diciembre de 2022 tras la destitución de Pedro Castillo y desde el inicio estuvo envuelto en cuestionamientos por no cumplir con la promesa de convocar a elecciones adelantadas, lo que desató movilizaciones que fueron reprimidas con saldo trágico: más de 50 muertes de manifestantes a manos de las fuerzas del orden.
A la represión se sumaron flagrantes escándalos de corrupción e inconducta: el denominado “caso Rolex”, en el que la mandataria fue investigada por recibir relojes y joyas de lujo sin declarar; las presuntas intervenciones a favor de allegados buscados por la justicia; y el encubrimiento de viajes y operaciones personales en horarios oficiales, como cuando fue acusada de abandonar funciones para hacerse procedimientos estéticos.
La incapacidad para combatir la criminalidad y el crimen organizado ahogó a la gestión Boluarte en medio de una ola de extorsiones, sicariato y atentados que sumieron en la angustia a todo el país. Su administración, además, estuvo caracterizada por una persistente falta de transparencia, designaciones irregulares y cambios de gabinete que acrecentaron la percepción de inestabilidad y desgobierno.
El Congreso, dominado por el fujimorismo y sus satélites, sostuvo a Boluarte pero terminó dándole la espalda cuando el costo político pesó más a puertas del proceso electoral. Hoy, el final de Dina Boluarte representa el cierre de una de las gestiones más controvertidas y desgastadas de la historia republicana reciente, donde los abusos, la ineptitud y los escándalos minaron toda legitimidad política antes de su caída.