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Dos siglos de sobremesa: la historia de un país en llamas

Dos siglos de sobremesa: la historia de un país en llamas

Una obra que nos obliga a preguntarnos: ¿Qué hacemos con este país que parece estarse cayendo a trozos desde sus inicios?

“Dos siglos de sobremesa”: racismo y poder dialogan entre 1824 y 2024 en la obra de Eduardo Adrianzén
“Dos siglos de sobremesa”: racismo y poder dialogan entre 1824 y 2024 en la obra de Eduardo Adrianzén

Dos siglos de sobremesa, obra de teatro escrita por Eduardo Adrianzén, y dirigida por Gustavo López Infantas, es una pieza que transcurre en el marco del bicentenario. 

Más claramente, en dos tiempos que se intersecan: 1824 y 2024. Entonces, se proponen dos tramas que transcurren en dos años distintos −se entiende, en dos contextos distintos también− pero que, sin embargo, exploran problemáticas que resuenan en nuestro presente: me refiero al racismo, clasismo y al machismo no solo en los años en la reciente independencia del Perú sino en pleno s. XXI. 

La obra es altamente compleja e interesante no solo porque presenta dos temporalidades muy distintas sino porque permite que ambas dialoguen en un mismo espacio: entiéndase con ello el Perú o el escenario que atendemos. El escenario de la obra, en ese sentido, es bastante significativo: es un comedor que está alumbrado con una pantalla de fondo que permite que los espectadores veamos y escuchemos un soundtrack de la obra: reclamos, marchas, banderas, música que invita a ponerse de pie. 

Así, estamos frente a varias narrativas, no es solo lo que vemos −la obra− lo que nos obliga a repensar nuestro lugar en la sociedad, sino que es también lo que la envuelve. Y parte de lo que envuelve la obra es el tiempo simbolizado en un reloj malogrado. Uno que se queda eternamente, digamos, por 200 años, en la misma hora y que solo comienza a funcionar cuando esta obra acaba y aparece la pregunta de qué hacemos con este país que parece estarse cayendo a trozos desde sus inicios. 

Pero regreso al inicio. De modo muy esquemático y obviando varios detalles, intentaré sistematizar ambas tramas o dinámicas de poder a las que nos vemos expuestos. La trama 1 (la de 1824) gira en torno a una sobremesa en la que se “arregla” el matrimonio entre una joven llamada Constanza −muy mayor para ello, como se señala, de 21 años− y un español llamado Fernando. 

La obra “Dos siglos de sobremesa” revive conflictos sociales que perduran doscientos años
La obra “Dos siglos de sobremesa” revive conflictos sociales que perduran doscientos años

Los paradigmas de la edad, el género y las clases sociales están a flor de piel por la época. Este país recientemente “liberado”, como dice una parte del libreto, no sabe para dónde va. En la trama 2 (la de 2024) una familia, compuesta por los esposos Rodrigo y Mariana −los mismos esposos que en 1824−, buscan vender su casona a Fernando y a la arquitecta Teresa (que en la trama 1 es una esclava negra) y estos compiten con Miguel, quien busca pagar más dinero por alquilarles la casona. 

Miguel es un personaje particularmente interesante: en la trama 2 no solo es el político emergente que cree que con el dinero se puede arreglar y comprar todo, sino que es el más racista de dicha trama. Un mestizo hijo de migrantes, como muchos de nosotros, es el que humilla a la repartidora del delivery, Aurelia (quien en la trama 1 es una india) y es el único que “terruquea” cuando siente alguna turbulencia en los discursos y en la presencia de la repartidora. Aquí quisiera comentar que la actuación de Alaín Salinas como Miguel es impecable porque permite que el espectador sienta rabia, pena, risa, porque permite que su personaje incomode, digamos, por su terrible parecido con la realidad de los Migueles del s. XXI que abundan por Lima. 

De otro lado, llama mucho la atención los paralelos que suceden en las fuerzas externas a las familias. Quiero decir, cómo se representa a los insurgentes, a esas voces que nunca han estado en silencio en estos 200 años de sobrevivencia del país. En el caso de la trama 1, la de 1824, aparece una rebelión de indios de la hacienda de la familia, ellos se rebelan ante los malos tratos y abusos del capataz y del dueño mismo. De otro lado, en el 2024 aparece una marcha que protesta, igualmente, por los abusos del gobierno. Fuera del escenario está el fuego, las piedras que rompen los vidrios, están los gritos y los reclamos furiosos, pero dentro del escenario, en ese espacio que podemos ver están las mismas dinámicas de poder que se repliegan afuera como para recordarnos que los problemas no solo están en el espacio público, sino ahí mismo, en nuestro comedor, donde discutimos asuntos familiares, o digamos, “privados”.

“Dos siglos de sobremesa”, la obra que desnuda el clasismo y racismo en los comedores del Perú
“Dos siglos de sobremesa”, la obra que desnuda el clasismo y racismo en los comedores del Perú

No quisiera cerrar mi comentario sin puntualizar que, si bien cuando estamos en 1824 encontramos una sociedad machista en donde las mujeres no tienen voz ni mucho menos voto, existían iniciativas que permitían repensar su lugar en la sociedad. Aquí entra a tallar la actuación de Guadalupe Farfán, que es brillante. Ella representa a Teresa, una esclava que, entre muchas escenas, acepta un soborno para pagarse clases para aprender a leer y escribir. Con esto, entendemos que ella buscaba una libertad real entonces, en tanto intuía dónde radicaba el poder. Además, si bien al ser esclava no podía opinar todo lo que quería, si no hasta donde la voluntad de sus amos y la norma de la época lo permitía; ella logra destacar con su gestualidad. Su mirada, sus gestos, su silencio, todo comunica y nos permite sentir las limitaciones a las que estaba atada. 

La obra es ganadora del Concurso Anual de Proyectos de Creación PUCP 2024 y vale muchísimo la pena verla.

Lugar: Auditorio ICPNA Lima Centro, jirón Cuzco 446, Cercado de Lima

Horarios: jueves y viernes, 8:00 p. m.; sábados y domingos, 7:00 p. m.

Entradas a la venta en Joinnus: https://www.joinnus.com/events/theater/lima-dos-siglos-de-sobremesa-70632

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PARA EL PERFIL
Doctora y Máster en Literatura Latinoamericana por la Universidad de Pittsburgh, Estados Unidos. Ha obtenido las becas a la investigación: Provost Humanities Fellowship, Andrew Mellon Fellowship, Arts and Science Fellowship y dos becas de trabajo de campo para desarrollar sus proyectos en la Amazonía peruana otorgadas por el Centro de Estudios Latinoamericanos (CLAS) de la Universidad de Pittsburgh. Ha dado conferencias sobre literatura peruana en diversas universidades, congresos y ferias internacionales del libro.