A pesar de los años, de la vida y el tiempo, uno siempre tiene ese amor frustrado que de pronto se puede convertir en inspiración si uno tiene alma de poeta.
Todos hemos pasado por ese momento de amor y locura y digo que puede ser dulce o amargo; pero queda siempre en el corazón. También le pasó a Compay Segundo, quien eternizó el tema Macusa pensando en su amada eterna.
Macusa sí existió y vivió intensamente un amor de juventud con Compay Segundo. El verdadero nombre de Macusa fue Micaela Periche. Nació en Santiago de Cuba y creció con Compay Segundo conociendo el amor y la vida y se quedó para siempre en el corazón del artista que, después de tiempo, la eternizó en una canción.
Por un poquito de tiempo
Que de ti me separé
Me traicionaste, Macusa
Qué triste, yo, me quedé
En una entrevista, Macusa se refirió a esa estrofa. Dijo que ella nunca había traicionado a Compay Segundo. Añadió que siempre lo amó, pero que en aquella época estaba muy joven y que por ese motivo no pudo abandonar su casa para fugarse con él.
¿Tan dolido estuvo de joven Compay Segundo para escribir la letra? A veces nos sucede cuando amamos intensamente.
Compay Segundo dijo en otra entrevista: “Ahí (en la canción Macusa) hablo de traición, pero no de traición capital, sino de palabra. Éramos novios, teníamos 12 o 13 años. Ella vivía frente a mi casa y le pedí oficializar la relación. Macusa me dijo: ‘Hay que ir a Cueto a pedir mi mano, ahí está mi abuela, la que me manda a mí’”.
Cuando llegué le dije: “Si tu abuela dice que no está de acuerdo, yo traigo dinero para irnos para La Habana. Cuando le conté a la abuela mi propósito, me respondió: ‘Bueno, yo a usted no lo conozco. Tengo que hablar con la madre de ella, que está en Santiago’. Al otro día por la mañana vi a Macusa y le pedí que nos fuéramos. No estuvo de acuerdo, porque después la abuela se quedaría llorando. Traicionó mi palabra y le di un hasta luego”.
Hay quienes pierden la cordura por amor. El tiempo siguió su curso y ambos se separaron, pero no para siempre. Estuvo siempre ese amor inocente de niños, un amor tan fuerte que Macusa lo siguió amando hasta el día de su muerte.
Ellos integraban un grupo de fiesteros y bailadores que armaban con frecuencia bailables en un poblado llamado La Prueba del hoy municipio santiaguero Songo La Maya. Ellos se reunían en la casa de Pablo Ortiz y su señora, donde al terminar los bailes hacían como una especie de campamento juvenil y fue así como germinó el amor.
A los años, ambos tuvieron sus familias. Macusa tuvo una hija. Se llama Cándida, su fiel acompañante. Se sentaba con ella cada sábado en la casa de la Trova Santianguera vestida como para Compay la saque a bailar.
Cuando Compay Segundo cumplió 90 años y le hicieron un homenaje en el Teatro Heredia y en La Casa de la Trova en Santiago de Cuba, Macusa fue a verlo y hasta bailaron juntos. Todo el auditorio se puso de pie y no cesaban de aplaudir y gritar de emoción al ver a esa pareja.
Pasaron los años y ambos murieron y seguramente, en este momento, están bailando y disfrutando su amor juvenil.