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Europa en su inexorable declive

La cuna de la ciencia, las humanidades y la política en caída libre. No existe unidad política europea, no existe banco central europeo, no existe interacción viva sino islotes de países en proceso de desindustrialización con excepciones limitadas de Francia y Alemania.
Lucas Lavado

¿Qué ha ocurrido y qué sucede? A un tercermundista, que se ha educado en las ciencias, las humanidades y sin duda la política y la democracia, le causa estupor y desconcierto cuando advierte y comprueba que en las decisiones importantes que conciernen al mundo de hoy la participación de Europa no cuenta porque ha devenido irrelevante. 

Es más, Europa estorba, porque su supuesta preeminencia quedó en el pasado. Su unidad está a medio construir sin peso específico para participar en la dinámica geopolítica que sacude al mundo de hoy atravesado por controversias múltiples. 

¿Es posible acercar la lente de modo que permita observar algunos hechos que pueden tomarse como evidencia incontrovertible?  

Veamos. Hay realidades que no se pueden ignorar porque golpean y empujan las entendederas más tozudas. Para entender la magnitud de lo que pasa en Europa basta haber seguido la guerra en Ucrania, tres años entre la OTAN y Rusia, y haber notado la debacle de Ucrania con más de un millón de soldados muertos.

Ha ocurrido que Trump, cumpliendo su promesa de campaña, ha llamado a Putin para iniciar las negociaciones de paz con Rusia dejando de lado a Europa, que es la gran ausente como el presidente ucraniano Selensky. Se trata de una realidad tal que trasladada a la geopolítica mundial y Europa es reducida al nivel de patio trasero del imperio. 

Le vale poco las glorias de su pasado para ordenar el mundo en transición como cuando lo hizo en su momento con generaciones de jóvenes idealistas que crecieron en aquella tradición, sin sospechar que la oquedad del floro como se suele decir en estos barrios está ligado a la ausencia de contenido y de peso político. 

En plena crisis no existe unidad política europea, no existe banco central europeo, no existe interacción viva sino islotes de países en proceso de desindustrialización con excepciones limitadas de Francia y Alemania; ycuando les ha faltado energía para hacer frente al invierno han sentido la necesidad de volver a conversar con Rusia de quien son “enemigos” gracias al libreto escrito por el Tío Sam. 

Cada día que pasa, Europa no cuenta para los Estados Unidos sino para servir de soporte frente al peligro ruso y así fue concebido en el tablero geopolítico mundial. Cuentan los que son útiles en el tablero y cuando sirven a los intereses del poder y es penoso constatar que los líderes europeos no lo han entendido por comodidad y por pereza. 

Estamos frente a la Europa de la comodidad mediocre y la falta de ascesis para reinventar en un mundo que ha cambiado tanto y ya les parece extraño. 

Y los tercermundistas nos pasamos leyendo el pasado europeo como si existiera siquiera en las mentes europeas, ilusos. La Europa de hoy no será capaz de sobrevivir como unidad económica política porque carece de un liderazgo para estas nuevas realidades. Vive del turismo y de los servicios, lo que explica la burocracia estatal remunerada a costa de las mayorías.

Las grandes ideas como las de la Ilustración, que aportaron al mundo aquellas cumbres del pensamiento, son la historia escolar y universitaria que ya está agotada, yacen en las bibliotecas y museos para enriquecer la “cultura”. Y se puede observar que es el núcleo de vida de los políticos que viven en el pasado engordando en el presente. 

Los intelectuales y los docentes universitarios que brillaron ya son historia y no se trata de afirmar algo tan ligero, allí están para sacar lecciones y no es precisamente quienes deben responder sino precisamente sus políticos. Ahora que no cuentan en la dinámica del poder mundial quizá exista algún espacio para leer a quienes tiene algo que decir “Todo sucede según discordia” (Heráclito). 

Lo acontecido en torno a Ucrania ha sido un shock del que Europa se recuperará probando que es capaz de ser un actor en la construcción de un mundo mejor. No en el discurso, sino en la acción. Para cualquier modesto lector sería ilustrativo leer reflexiones surgidas no solo en las emociones que atizan la cognición sino de las prácticas que entrañan peligros.  Por ahora bullen los cerebros, pero no se sabe qué resultará.

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El análisis y las expresiones vertidas son propias de su autor/a y no necesariamente reflejan el punto de vista de EL PERFIL
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Colaborador de EL PERFIL
Profesor en Filosofía y Ciencias Sociales. Magíster en Docencia Universitaria y Doctor en Ciencias de la Educación. Ha editado más de 400 títulos.