Un estudio elaborado por IPSOS sobre el comportamiento de los consumidores en el 2024 revela que los peruanos hemos incrementado el uso de redes sociales (87%); siendo WhatsApp (98%), Facebook (95%) y YouTube (94%) las favoritas. Mientras que TikTok (70%) ha crecido a pasos agigantados y ya se ubica por encima de Instagram (62%) y X (25%).
En este mar de plataformas y formatos las personas estamos más conectadas e informadas, pero abunda también la producción desmedida de fake news, deepfakes y se fijan tendencias cada vez más agresivas, violentas y poco constructivas. Es decir, el potencial que tienen las redes sociales para fomentar diálogo, comunicación e interacción con los ciudadanos está siendo desaprovechado desde el Estado y la sociedad civil.
Tanto el actual gobierno nacional como los gobiernos subnacionales, los organismos autónomos, las asociaciones y las ONG tienen como común denominador el uso simplista de las redes sociales para difundir actividades, discursos y logros del titular de la entidad e incluso el uso y abuso de memes como parte de un estilo de comunicarse con la gente.
Sin una estrategia digital clara que parta desde quienes tienen la responsabilidad de promover encuentros en la diversidad, se pierde la valiosa oportunidad para desarrollar aspectos claves en una democracia como la construcción de comunidad y la formación de ciudadanía desde la comunicación digital para buscar soluciones a temas de interés común como la inseguridad ciudadana, los desastres naturales, la imperante corrupción, etc.
Hay registros de experiencias desde el Estado para lograr ese objetivo. El año 2013 la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) dio los primeros pasos para la formulación de una política de comunicación 2.0 y 3.0 orientada a cimentar espacios de intercambio de experiencias. El 2019, también desde la PCM, se gestó un manual de estilo que consideró a las redes sociales del Poder Ejecutivo como pilares de una nueva forma de comunicación a disposición de la ciudadanía.
Es necesario que líderes y autoridades comprendan que las redes sociales, si se gestionan con el enfoque y los criterios adecuados, pueden servir de canales para escuchar y conversar con las personas en lugar de ser espacios donde prime la polarización, la manipulación o la apatía. Esto permitirá construir juntos una agenda de asuntos públicos, para abrir por fin la oportunidad a un desarrollo integral del país con la participación de ciudadanos que hagan valer su representación sin intermediarios.