Keiko Fujimori perdió contra candidatos de izquierda y derecha en la segunda vuelta las tres últimas elecciones presidenciales. El resultado siempre es el mismo: su derrota. Hemos encontrado una curiosidad. Veamos.
En una carta publicada por Caretas en el 2002, Susana Higuchi, exesposa del dictador Alberto Fujimori, narró que fue torturada en el gobierno fujimontesinista. En ella mencionó también la traición de su hija. Escribió que Keiko prefiere el sucio dinero de su padre y que tiene “cara de diablo”. La señora Susana no estaba equivocada. El verdadero rostro de su hija se refleja en un voto impugnado y en sus acciones de los últimos días y años.
El Jurado Electoral Especial (JEE) de Lima Centro 2 realizó una audiencia pública sobre los votos impugnados. Una de sus cédulas estaba marcada con “cachos” en el rostro de Keiko Fujimori y cola. A pesar de que Canal N cortó de golpe la trasmisión, los trazos fueron claros. Fue una alusión a un demonio, al mismo diablo al que se refería su madre Susana.
Sus errores y su mala fama contribuyeron a sus tres consecutivas derrotas. Sus contrincantes no solo ganaron por sus planes o la posición política porque compitió con aspirantes de izquierda y derecha.
Fíjense la curiosidad: la candidata de los cachos y cola del diablo, perdió con candidatos que tienen nombres bíblicos.
El segundo nombre de Humala es Moisés, un profeta que libró a los israelitas de la esclavitud en el antiguo Egipto. Kuczynski tiene los nombres de dos santos de la iglesia católica, patrones de un día festivo para los pescadores en el Perú “San Pedro y San Pablo”.
Castillo comparte con PPK el nombre Pedro, significa “pescadores de hombres”. Pedro fue discípulo de Jesús y, según la Biblia, el primer papa. El primer nombre de Castillo es José, un carpintero y padre de Jesús. Aquellos nombres contradicen a los que representa la “señora K”, según su mamá y los electores, un demonio. El mal mayor.
Sus últimas acciones refuerzan esta idea. Apoyar y asistir a una marcha a su favor no está mal. Que esta marcha interrumpa el proceso de vacunación de adultos mayores y gestantes en el Campo de Marte, sí. En su campaña pretendía luchar por ellos. En el día de la votación felicitó a los ancianos por asistir a sufragar. Ahora los perjudica porque quiere ganar a toda costa. Cero empatía y pura hipocresía.
Se ensuciaba los zapatos subiendo al asentamiento humano Las Lomas de 27 de Marzo en San Juan de Lurigancho para el desayuno electoral. Mostraba que sí podía representar al sector más pobre del Perú. Pura finta. Ahora quiere anular los votos de las zonas rurales que no le dieron su respaldo. Se quito la máscara de la comprensiva Keiko y mostró su verdadero rostro: prepotente y autoritario.
No aceptar su derrota es su costumbre. Pedro Kuczynski le ganó en el 2016 con más de 42 mil votos. Luego de varios días de espera, Keiko reconoció la victoria de PPK, calificando los resultados de la ONPE como “confusos”. “Aceptamos democráticamente estos resultados”, dijo Fujimori. La democracia le duro poco. Sus 73 congresistas, cifra récord para el fujimorismo, no lo dejaron gobernar y lo vacaron.
El “terruqueo” y el miedo al comunismo también se convirtió en una costumbre. “El nuevo Chávez”, así llamaban a Ollanta. Keiko Fujimori aprovechaba esta situación y en la plaza Bolognesi de Lima en el 2011 dijo que Humala “recibió financiación directa de Hugo Chávez” y que fue un “buen soldado” del expresidente de Venezuela. Los miedos, pero del lado fujimorista, fueron más para los peruanos. Ollanta ganó aquellas elecciones con más de 400 mil votos.
En este balotaje lo tenía todo. La mega y millonaria campaña, sin embargo, no le sirvió para ganar su tercera postulación. Tuvo a su favor: los medios de comunicación, los grandes empresarios, los futbolistas, los chicos de la farándula y hasta a Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura y no Premio Nobel de la Paz, como lo indicó la lideresa de Fuerza Popular en una entrevista a Latina.
De acuerdo con la última actualización de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), Pedro Castillo supera a Keiko con 49 mil 420 votos. El profesor y candidato de Perú Libre es el virtual presidente del Bicentenario, al 99.935 % de actas contabilizadas. “Si (Keiko) perdió o está perdiendo contra Castillo ¿Qué le queda? Competir con Gasparín, con Scobby-Doo”, dijo el periodista César Hildebrandt.
Esta vez la tercera no es la vencida. Aunque quiera ganar anulando votos con la vaga argumentación de “fraude en mesa”. La suerte no le durará mucho. Ella solo mancha lo que toca. Estas elecciones no serán “la maldición de Keiko”, donde todos perdemos. Como dice un dicho: lo malo a veces gana, pero lo bueno siempre prevalece.