Este año los congresistas no recibieron una gigantesca canasta navideña y tampoco los S/1500, que no los deben de necesitar, como bonificación navideña. Pero estas privaciones son como quitarle un caramelo al niño que presume una bolsa nutrida con cientos de dulces, de todos los colores y sabores, y que solo llora por caprichoso.
Los llamados padres de la patria escuchan la noticia y sonríen, giran el rostro y no les importa, porque les quedan cientos de privilegios para ellos. Tienen un seguro privado de salud, pagado con fondos públicos, con el trabajo de todos los peruanos, mientras el ciudadano de a pie, con 12 horas de jornada encima, debe ir a formar infinitas colas a los hospitales del Estado, algunos desde las cinco de la mañana, para solicitar una cita médica.
LEE ESTE ARTÍCULO COMPLETO EN NUESTRA EDICIÓN IMPRESA