Si uno busca en la web sobre los métodos y modalidades usadas por las mafias en los exámenes de admisión encontrarán reportajes que datan desde el 2012. A pesar de los esfuerzos para combatir este delito, se puede afirmar que, aún en nuestros días, las mafias no han perecido ni siquiera por la Covid-19.
Haciendo una revisión rápida se puede concluir que las dos modalidades más tradicionales, la suplantación de identidad y el ingreso de dispositivos, siguen siendo los métodos más usados y eficaces de estos últimos años. Si bien los métodos no han variado mucho, tanto el proceso como la tecnología que emplean han evolucionado de tal forma que aspiran a convertirse en sistemas imperceptibles.
Las mafias son consideradas como una clase especial de crimen organizado. Se caracterizan por tener una estructura jerárquica bien definida y cuentan con personas que desarrollan funciones específicas dentro del proceso criminal. Pero todo este proceso no sería posible sin el apoyo de una red de personas profesionales, con distintos oficios, dispuestas a quebrantar su moral a cambio de unos cuantos billetes.
EL PERFIL pudo entrevistar a un exintegrante de esta red, cuyo nombre no mencionaremos a pedido de él.
“Lo que hacen ellos es principalmente estar atentos a las personas que sacan buen puntaje de las diferentes áreas. Ven tu puntaje, buscan la forma de contactarte y hablan contigo personalmente. Te dicen, quiero hablar contigo sobre una propuesta de trabajo. Te endulzan diciendo que vas a tener dinero, viajes, entre otras cosas”.
Según él, todo el circuito de la mafia inicia cuando se capta, mediante el uso de redes sociales, a ingresantes con alto puntaje y rendimiento académico. Esto también se realiza de forma presencial convenciendo a ingresantes y postulantes directamente en las academias.
Existen dos tipos de modalidades que hasta el día de hoy subsisten: la suplantación de identidad y el ingreso de dispositivos. Según la fuente, en las universidades de provincias, es mucho más fácil poder realizar la modalidad de suplantación.
“En las universidades de provincias tú vas de frente con el DNI de otros y normal te dejan pasar. No se dan cuenta y por esa parte no hay casi ningún riesgo. La revisión de tus datos lo hacen dentro de tu salón. Como hay varios alumnos el profesor pasa lista muy rápido. Incluso tú te puedes sentar en el lugar que desees”.
En las universidades de Lima como San Marcos, UNI o Callao, asegura la fuente, es muy difícil realizar esta modalidad debido a que trabajan con Reniec y a la hora de pasar la huella por el filtro inicial del control biométrico salen todos los datos del postulante.
La modalidad de suplantación es básicamente hacerte pasar por la identidad de otro. Para que esta modalidad resulte, los suplantadores (conocidos también como los “camisas”) pasan por una capacitación previa. Deben memorizar bien el nombre del aspirante al que están suplantando, aprenden a no pasar nerviosos en el primer filtro de la puerta, entre otras mañas.
Hubo un tiempo, cuenta la fuente, en el que usando material odontológico se podía replicar de forma exacta la huella dactilar del postulante. Esta técnica fue expuesta en un reportaje de Panorama el año 2015 con el título “Suplantación en exámenes: la huella del delito”. El método consistía en portar esta huella falsificada en el dedo, cuya consistencia era semejante a una lámina de gel muy fina (silicona), para que luego el lector biométrico lo reconozca como la persona a la que se está suplantando. Sin embargo, luego de que la Dirincri descubriera este nuevo método, se tuvo que desmantelar todo para no correr el riego de ser capturados. En la actualidad, el método de la huella falsa con material odontológico se usa con menor frecuencia y casi siempre en las provincias.
Una vez que se logra pasar al interior del aula, solo resta responder las preguntas correctamente. Luego de culminar la prueba, dice la fuente, te llevan a comer a un buen restaurante, te dan trago, te llevan a pasear y te dan efectivo para que hagas lo que quieras. Ya en la noche, cuando se presentan los resultados, se verifica si el “cliente” suplantado efectivamente ingresó. Si es así, entonces depositan el dinero acordado a las cuentas de los suplantadores. En algunas ocasiones el pago se retrasa debido a percances como la del postulante que no quiere pagar o que desconoce el “trabajo” que se realizó. Sin embargo, según la fuente, estas atingencias son atendidas de diversas formas:
“Hay varias formas que tienen estos señores para resolver el problema de los que no quieren pagar. En algunos casos los extorsionan con amenazas y también tienen gente que envían para asustarlos en sus barrios u hogares”.
En San Marcos, actualmente, la modalidad de suplantación no se realiza debido al riesgo y las complicaciones que conlleva. Es por ello que para los exámenes de esta universidad se suele usar la otra modalidad. Consiste en la introducción de dispositivos electrónicos al interior de las aulas donde se rinde el examen de admisión.
Lo primero que se hace es contactar a los postulantes que quieran ingresar mediante esta modalidad. A los postulantes que aceptan los “servicios” de esta mafia se les denomina “puntas”. Luego los capacitan en dos o hasta en tres ocasiones donde les explican cómo funciona la modalidad y los procedimientos. Les dan un transmisor que es un cuadradito pequeño de un tamaño aproximado al de un USB. El dispositivo, mediante GPS, recibe inalámbricamente la señal para que con un audífono pequeño se pueda comunicar las claves correctas del examen. Este audífono es del color de la piel con un hilito de plástico que se introduce al fondo del oído y que se camufla perfectamente. Ambos aparatos, confiesa la fuente, solo pueden ingresar envueltos en papel aluminio metidos dentro de las prendas íntimas, específicamente, entre el ano y los genitales. Luego, una vez dentro, van a los servicios higiénicos y sacan los dispositivos para esconderlos en sus bolsillos u otras áreas del cuerpo.
Es por ello que muchos de estos postulantes asisten con ropa ligera. Si son mujeres, la mayoría va con falda. Varones van con buzo. De esta forma, asegura la fuente, el detector de metales jamás los va a detectar.
El proceso a primera vista parece simple. Pero en realidad, detrás de todo esto, existe un despliegue impresionante de profesionales y personas dedicadas a esta modalidad que son, a su vez, piezas claves para que se pueda cumplir con la misión de hacer ingresar a sus “clientes”.
Los encargados de la mafia contactan a gente de las calles: mendigos, pirañitas, canillitas, “vagos”, drogadictos, desempleados, indigentes y marginales. “Son personas que no les importa nada. Contratan a unas 10 personas así para tomar el examen. Ellos entran con celulares de la misma forma que con los transmisores. Los ingresan y lo único que hacen es sentarse a esperar el examen, luego sacan el celular, toman las fotos, las transfieren y listo. Con eso cumplen su misión. El resto del examen se la pasan durmiendo o jugando con las claves”.
A ellos les ofrecen aproximadamente 500 soles. Se les suele llamar los “foteros”. Antes de que empiecen con el “trabajo” son capacitados unos días antes. Ellos son los únicos que ingresan a la universidad para transmitir la información mediante fotografías. Un día antes de la “chamba” les hacen dormir en un hotel cercano a la universidad. Les pagan la cena, les pagan el desayuno, les compran ropa formal y les cortan el cabello. Les compran sus lápices y borradores como si fueran estudiantes normales que van a postular. Les dan sus cartillas de postulación ya que ellos están inscritos en el examen de admisión con sus nombres reales. Ellos ingresan con su celular cubierto también con papel aluminio en sus partes íntimas.
“Es muy difícil que la máquina detectora de metal entre a todos los salones. Es por eso que se contrata a 10 de estas personas aproximadamente. Y de entre todos ellos, a lo máximo descubren a la mitad. Chapan a algunos, pero igual hay gente que no es descubierta y cumplen con la misión de enviar las fotos de su examen. ¿Qué pasa con los que han chapado? La mafia también tiene su staff de abogados que coordinan rápidamente con policías y coroneles de las comisarías a las que suelen llevar en estos casos de detención. Mientras los detenidos están siendo trasladados a las comisarías, se hace un arreglo con un monto de dinero y las personas que han chapado salen libres en muy corto tiempo”, sostiene la fuente.
Las fotos son enviadas al WhatsApp de un celular cuyo número se encuentra protegido del rastreo. Toda la información es recibida en un local, puede ser el cuarto alquilado de alguien, la casa de alguno de ellos, pero, sobre todo, suele ser en un hotel alquilado. En ese lugar se encuentran docentes de centros de preparación preuniversitarios (academias) e ingresantes “frescos” que obtuvieron buen puntaje en sus anteriores exámenes. A este grupo de personas se les conoce como los “tigres”. Ellos resuelven las preguntas de todos los exámenes. Se asigna a 5 personas por cada curso para que haya seguridad de que las respuestas sean las correctas. Todas las respuestas, es decir las planchas, las tienen listas pasando más o menos hora y media del examen. Luego, los postulantes que están rindiendo el examen en sus respectivas aulas, y que ya han sido capacitados previamente, prenden el aparato y este llama automáticamente a un número.
El dispositivo hace que se conteste solo después de la segunda timbrada. “Entonces se preguntarán, ¿cómo se comunican con ellos? Pues existe un lenguaje específico. Por ejemplo, se suele indicar la respuesta de una pregunta y ellos deben toser para contestar. Toser una vez significa sí y toser dos veces significa no. Mediante este mecanismo de comunicación se comienza a dictar las respuestas”.
Como ya todo está planeado, se va dictando las respuestas desde la primera pregunta con una jerga típica de profesor de academia. Pregunta 1, respuesta “B”; pregunta 2, respuesta “E” y así sucesivamente. Las respuestas se repiten tantas veces sea necesario hasta que el postulante haya captado el mensaje por medio del audífono. Luego de 10 respuestas, la persona que dicta se asegura del trabajo cumplido haciendo toser al postulante para cerciorar que ha copiado todo. Si responden tosiendo entonces significa que ha copiado correctamente.
“Por eso, a veces, algunos que llegan a copiar las 100 respuestas obtienen un puntaje casi perfecto. Pero esto es muy difícil de conseguir porque a veces hay interferencias o se corta la llamada. Para solucionar esto, la gente encargada se encuentra separada de acuerdo a una función específica y tratan de solucionar cualquier problema en el menor tiempo posible. Unos desarrollan el examen, otros contactan, otros administran la información obtenida en los grupos de WhatsApp, otros reparten la información, otros dictan las respuestas. Cuando ya termina el examen, se espera los resultados y luego cobran para que más tarde repartan el dinero a todos los que trabajaron ahí”, menciona la fuente.
Cuando se realizó el examen virtual de San Marcos, la mafia también participó e hizo un buen negocio. En esa ocasión se dictaban las respuestas dentro del hogar del “cliente”. Las preguntas llegaban al WhatsApp de la fuente y comenzaba a resolverlas. Luego, mientras el postulante alzaba un poco la mirada hacia su pantalla, él le indicaba las claves correctas por encima del monitor. La fuente reconoce que en el examen de admisión virtual fue más difícil concluir el “trabajo” porque eran 4 exámenes con claves intercambiadas y con preguntas de alternativas que variaban. “Te llegaban un montón de preguntas y tú tenías que ver si esa pregunta coincidía con las claves. Además, también variaban las letras de las claves y entonces se debía verificar constantemente para no cometer algún error que perjudique el resultado”.
En esta mafia existen jerarquías. Están las personas que te contactan, luego están los jefes de las personas que te contactan. Existe otro jefe (el coordinador) que organiza, administra y articula a las personas captadas para distribuirlos en tareas específicas. Y, por sobre todos ellos, existen un jefe superior. La mayoría de los involucrados son docentes de academias que incluso son muy reconocidas a nivel nacional. También están involucrados dueños de hoteles y hasta taxistas. En los casos de falsificación de la huella dactilar están metidos también algunos dentistas que usan material odontológico para permitir que los suplantadores puedan ingresar sin problemas al examen. El jefe superior es el que cobra todo, a él le pagan todo. Luego reparte la mitad a un subjefe. Este subjefe lo gasta en indumentaria, logística, etc. La otra mitad se usa para pagar al que ha contactado a los clientes y a la persona encargada que realizará los pagos.
El dinero recaudado por la mafia en cada proceso de admisión es muy variado e inexacto, pero se puede presumir que son muchos miles de soles. El dinero se reparte entre los miembros de la mafia y, por su puesto, el jefe general es el que gana más. A los estudiantes que resuelven les pagan entre 300 a 400 soles. Por dictar suelen pagar entre 100 a 200 soles. A los que ingresaban a tomar fotos les daban 500 soles aparte de su almuerzo y demás servicios. En la modalidad de suplantación participan más varones que mujeres. Si se hace una proporción de quienes participan en esta modalidad sería un aproximado de 10 varones por cada 3 mujeres. Pero lo que sí se destaca es que a las mujeres se les paga más debido a la escasez que existe en cuanto a mujeres suplantadoras.
La gente que recurre a este tipo de mafias son personas que no tienen muchos conocimientos sobre los temas que vienen en el examen. Hay otros que sí dominan varios temas y sacan un puntaje regular, pero como llevan años postulando y no logran ingresar por diferentes motivos recurren a este tipo de mafias. A estos últimos se les cobra menos, a veces hasta la mitad. “Pero de nada les vale pagar tanto porque una vez dentro no rinden. Conozco a gente que ha ingresado de esa manera. Están un ciclo o dos ciclos y luego decaen y se retiran de la universidad. Es un gasto en vano”, explica la fuente.
A lo largo de los años el sistema de seguridad de San Marcos no ha mejorado mucho. Esto se puede evidenciar debido a que estas modalidades siguen subsistiendo a pesar de los años. Lo peor es que no se hace nada por erradicarlas y por cada año que pasa se vuelven más sofisticados.
En el último informe que la Oficina Central de Admisión dio a conocer, se mencionó que para los recientes exámenes se estuvieron usando como medidas de seguridad los arcos detectores de metal, los detectores de metal (garretts), barrido electrónico, bloqueadores de señal, equipos de radiocomunicación, ubicación de postulantes y personal de seguridad. Y a pesar de toda esta supuesta seguridad, las mafias siguen causando estragos en los resultados del examen de admisión.
La fuente asegura que si no se hace algo concreto, el negocio de la mafia continuará y se perfeccionará. “Esta mafia no va a morir, ellos simplemente van a buscar la forma de adaptarse para continuar con el negocio ya que este es un buen método para recaudar muchísimo dinero en un lapso de pocos días”.
Para poder combatir a estas mafias, dice la fuente, se les debe atacar desde la raíz, descabezando sus organizaciones y generando mecanismos rigurosos de seguridad. La detección de los metales que se hace en las aulas, por ejemplo, debe realizarse en el intermedio o faltando poco tiempo para la culminación del examen. Esto debido a que precisamente en esos momentos van a tener prendido el dispositivo y será más fácil capturarlos.
Asimismo, cada vez que alguien va al baño y sale es el momento exacto donde se debe volver a usar los detectores de metal ya que es en ese momento donde las “puntas” y los “foteros” retiran los dispositivos electrónicos de sus partes íntimas. Sumado a todo esto, el uso de los bloqueadores de señal debería ser primordial en cada aula para impedir la comunicación y la transferencia de información. Además, las sanciones deberían ser correctivas y drásticas para poder ir desapareciendo la idea de generar dinero fácil. Sin embargo, si no se hace absolutamente nada entonces todo seguirá igual.