Releyendo un artículo que publiqué en el 2004, me entusiasmó la explicación sobre un tema que hoy nos ahoga y sobre el que es difícil volver atrás. Antes de revelar el tema, quiero admitir que les ha ido bien a quienes, desde la extrema derecha, comprendieron cuales eran sus responsabilidades para que este coctel de horror y esperanza que es la vida, no alterase sus intereses materiales.
El libro que comento en el artículo se llama “El Mundo Secreto de Bush (h)” y “explica la inteligente inversión de la derecha en los sectores intelectuales con la finalidad de justificar una visión del mundo que preserve sus intereses y mantenga sus privilegios.” El autor del libro es el periodista francés Eric Laurent y allí trata minuciosa y documentadamente las relaciones de poder al interior de la derecha y extrema derecha de los EEUU.
Sin espectacularidad, casi sin emoción, Laurent nos acerca al universo del poder oculto en la primera potencia mundial.
Tiene enorme importancia pues la telaraña urdida por estos sectores durante las últimas décadas, desemboca en la presidencia de G.W. Bush y nos permite comprender con mayor precisión el porqué de las conductas de ese entonces.
Entre los financiados llama particularmente la atención el caso de Charles Murray “cuyas teorías seudocientíficas pretendían hacer respetable el racismo e iba a imponerse en los medios de comunicación y ante el público como uno de los más importantes pensadores contemporáneos”. En ese campo no tuvieron tanto éxito, como si lo obtuvieron con aquello de que la pobreza no es el resultado de las crisis económicas, “marcadas por los despidos y el cierre de empresas, ni de la discriminación racial o sexual, sino ante todo la consecuencia de fracasos personales.
Murray afirmaba que la mayoría de los programas gubernamentales de lucha contra la pobreza estaban mal concebidos y debían suprimirse. Exigía, en concreto, que finalizaran los programas de ayuda a las madres solteras, así como las ayudas a las familias con hijos dependientes, los programas de ayuda a la vivienda y los bonos alimenticios”. Las palabras exactas de Murray son: “Hemos procurado ayudar cada vez a más los pobres y lo que hemos logrado ha sido que haya cada vez más pobres”. Estas afirmaciones eran y son un bocado de cardenal para la extrema derecha que apoyó sus tesis con generosas donaciones que permitieron que la idea, por absurda que fuera, se echara a rodar y ganara adeptos. Es evidente que esta teoría desculpabiliza a quienes tienen y reduce a la nada a quienes no lograron el tan apreciado estatus de “ganadores”.
Murray me llamó doblemente la atención pues recuerdo con toda claridad que MVLL, por inspiración propia o influenciado por Murray, insistía en la tesis de que nuestros países son pobres por su exclusiva culpa. Crecer o no crecer dependería sólo de nosotros y nada tendría que ver con la estructura del actual orden económico.
Murray es, junto a Marvin Olasky, uno de los autores de cabecera de Bush. Olasky, según Laurent, considera que “la pobreza se debe más a la ausencia de valores morales que a desigualdades sociales del sistema vigente. Este autor creó en Austin (Texas) una iglesia que sostiene que las mujeres no tienen lugar ni papel que desempeñar como líderes”. Fue él quien dijo que los periodistas que criticaban a G.W.Bush tenían “agujeros en sus almas”.
Después de enterarme de esto y en mi papel de periodista “gruyere” me permito recomendarle que lea y difunda esta obra. Vale la pena para conocer el poder material y la flacidez intelectual del enemigo que enfrenta la humanidad.