Desde Verona, la periodista Noelia Vela informa sobre la magia de la ópera volvió a brillar en la Arena di Verona con la emblemática Carmen, de Georges Bizet, que se presentó ayer a las 21:00 horas como parte del prestigioso Festival de Ópera de Verona, que celebra este año su 102ª edición. Con más de un siglo de historia, este festival es un referente mundial en la puesta en escena de óperas clásicas, atrayendo a melómanos y turistas de todo el mundo por su combinación única de acústica natural, historia y espectáculo al aire libre.
La producción conmemora los 150 años de la primera representación de Carmen y rinde homenaje al inolvidable Franco Zeffirelli, quien dirigió esta obra por primera vez en la Arena hace tres décadas. La ópera, considerada una opéra-comique en cuatro actos, cuenta con libreto de Henri Meilhac y Ludovic Halévy, y sigue siendo un espejo vigente de las dinámicas de poder y deseo en las relaciones humanas. Carmen, figura central de la obra, es presentada como una mujer libre, consciente de su poder y sensualidad, que elige a quién amar y no teme ejercer su autonomía, desafiando la visión posesiva de quienes la rodean.

Bajo la batuta del director Francesco Ivan Ciampa, la orquesta y el coro de la Fundación Arena di Verona ofrecieron una interpretación vibrante, mientras que la regia y la escenografía estuvieron a cargo del maestro Franco Zeffirelli y Carlo Centolavigna, respectivamente. Los trajes, diseñados por Anna Anni, y la iluminación de Paolo Mazzon contribuyeron a recrear la atmósfera intensa y apasionada de la Sevilla del siglo XIX. La coreografía de El Camborio, junto a la participación de la Compañía Antonio Gades, aportó un dinamismo que mantuvo al público cautivado.
Entre los cantantes principales, Aigul Akhmetshina interpretó a Carmen con fuerza y sensibilidad, mientras que Mariangela Sicilia dio vida a Micaela, y Francesco Meli encarnó a Don José, un hombre atrapado entre deseo y posesión. Erwin Schrott aportó el carisma necesario para Escamillo, el torero seguro de sí mismo que representa la pasión y el riesgo. La representación incluyó también destacadas participaciones de Daniela Cappiello como Frasquita, Sofia Koberidze como Mercédès, y Vincent Ordonneau como Remendado.
Carmen no es solo melodías inmortales y folklore español: es un reflejo actual de la lucha entre deseo y poder, y una reflexión sobre la autonomía femenina frente a los intentos de posesión. La función de ayer ofreció un espectáculo que conjuga historia, música y emoción, recordando al público que la libertad y la elección personal son valores universales que trascienden el tiempo.
Con una duración cuidadosamente medida, esta sexta representación de la temporada dejó claro por qué la Arena di Verona sigue siendo uno de los templos mundiales de la ópera y un escenario donde la tradición se encuentra con la modernidad en perfecta armonía.













