El amor en sus diferentes formas es el tema central de la historia que se desarrolla en un pequeño pueblo en medio del bosque siberiano. La joven Valentina (Luciana Plenge) ama en silencio a Vladímir (David Barrientos), un investigador de la ciudad que huye de un sistema corrupto, pero él vive un romance clandestino con Zina (Diana Moscoso), una mujer local, a quien no ama.
Ambos son visitantes regulares del café donde Valentina trabaja como mesera, cuyos dueños Afanasi (Mijail Garvich) y Ana (Albertina Chappa) se pelean cada vez que pueden, pero terminan siempre juntos; además Ana tiene un hijo Pasha (Alonso García) quien ama de forma equivocada a Valentina. De hecho, el amor no correspondido impregna las vidas de todos los personajes, tanto trabajadores como clientes del café. Autores como Máximo Gorki, Christopher Durang y ahora Alexander Vampilov, autor de “El verano pasado en Chulimsk” son autores cuyas obras Torres Vilar ha sabido imprimirle su propio estilo y la monta donde funciona de “El Estudio”, su escuela de actuación.
El hacerlas en lugares pequeños e independientes le da a sus puestas un aire de teatro alternativo aunque no pretenda serlo. “El teatro es el teatro y el hecho teatral es el mismo incluso si se realiza en el garaje de una casa, o si una obra actuada por 20 personas es vista por 5. No distingo formato grande o pequeño, popular o comercial”.
En los montajes de Leonardo Torres como director siempre vemos complejas relaciones humanas y este drama del ruso Alexander Vampilov no es la excepción. Si bien es cierto que hay actuaciones disparejas, la obra se deja ver por el mensaje que trasmite Luciana Plenge reflejado en el personaje de Valentina, quien es la esperanza en este pueblo ruso de los años setenta formado por habitantes cuyas realidades son de hastío y conformidad; cuya metáfora del jardín refleja justamente esa dualidad entre ella y los demás.
Para el director aparte del amor otro tema esencial de la obra es la belleza, la cual destruimos sin darnos cuenta. Durante el proceso de la puesta de la obra se dio cuenta que Vampilov era un gran dramaturgo y que su obra es un pozo sin fondo (encontraba un tema dentro de otro tema) y por algo los propios rusos lo habían comparado con el también ruso Antón Chéjov; incluso piensa que cuando llegue al último día de función apenas habrá explorado una periferia.
“El teatro debe ser entretenido, sí, sin duda alguna. Pero, tiene que hacerle vivir momento a momento al público con los actores y la historia. El público no debe ser un espectador pasivo como quien se sienta a contemplar un desfile”. La obra debe proponer cosas que continuamente lo reten y lo hagan completar la historia. Es lo que quiere conseguir como director en estos momentos de su vida y si lo consigue o no ya es otra cosa.
Las funciones de El verano pasado en Chulimsk van hasta este 28 de octubre de jueves a sábado a las 8 p.m. y el domingo a las 7 p.m en el Teatro Ensamble (Av. Bolognesi 397, Barranco).