En una sala repleta del Festival de Cine Latinoamericano de Biarritz, Francia (20-26 sep. 2025) , Olivier Compagnon, historiador y director del evento, abrió la conversación con una advertencia: “No se trata solo de recordar a un expresidente, sino de entender por qué su figura sigue desbordando las fronteras políticas y nacionales”. Se refería, claro está, a José “Pepe” Mujica, fallecido en mayo pasado, cuya sombra se alargó inevitablemente sobre la programación del festival, entre documentales, recuerdos personales y debates intelectuales.

Compagnon recordó al público que el carismático dirigente uruguayo no fue únicamente “el presidente más humilde del mundo”, sino también un hombre que conjugó la guerrilla, la cárcel y la política institucional con una coherencia difícil de encontrar en tiempos de desencanto democrático. Y cedió la palabra al sociólogo Denis Merklen.
Denis Merklen: la ética como legado
Merklen, autor de un emotivo obituario en Le Monde tras la muerte de Mujica, comenzó subrayando que la conmoción en Uruguay “trascendió las fronteras partidarias”. “No desaparecía solo una figura de la izquierda”, dijo, “sino alguien que encarnaba una ética política singular”.

El sociólogo explicó esa transversalidad a partir de tres ejes. Primero, la humildad: “Vivió como predicó, con austeridad, rechazando privilegios, en la misma casa modesta de siempre. Su famoso coche, la Volkswagen escarabajo, se convirtió en símbolo de que otro modo de ejercer el poder era posible”. Segundo, su capacidad de hablar un lenguaje popular, “de interpelar a quienes rara vez se sienten escuchados por los políticos”. Y tercero, la coherencia entre biografía y discurso: “Dejó las armas pero nunca sus ideas, y supo sostener la democracia sin caer en la tentación autoritaria que atrapó a otros líderes de su generación”.
Álvaro Brechner: la memoria viva de un compañero de cárcel
El cineasta Álvaro Brechner, director de Compañeros (2023), filme que retrata los doce años de reclusión de Mujica bajo la dictadura militar, intervino con una mezcla de emoción y distancia crítica. “Es muy difícil hablar de Pepe sin sentirlo cerca”, confesó. “Trabajé cuatro o cinco años con él, escuchando sus recuerdos, compartiendo momentos. La relación se volvió más íntima que profesional”.

Brechner destacó lo que considera más fascinante de Mujica: su capacidad de salir de la cárcel sin resentimiento. “Podía haber quedado atrapado en el odio, pero eligió el camino democrático. Ese tránsito no es común: basta mirar a Ortega en Nicaragua para entender lo distinto que fue Mujica. Nunca renegó de su pasado, pero tampoco lo utilizó para justificar atropellos”.
El director evocó una de las últimas veces que lo vio, ya enfermo, cuando Mujica aceptó recibirlo a pesar del dolor físico. “Había decidido no tratarse más, pero nos abrió las puertas de su casa porque el tema que íbamos a conversar le parecía importante. Eso era Pepe: la política como deber, incluso en el umbral de la muerte”.
Gonzalo Arijón: la última conversación
El turno final correspondió al documentalista Gonzalo Arijón, quien en 2007 ya había sorprendido al mundo con La sociedad de la nieve, la primera gran reconstrucción fílmica de la tragedia de los Andes. Arijón prepara ahora un nuevo documental sobre Mujica, que incluirá imágenes de la que, según todo indica, fue su última conversación filmada.

“Fue una tarde de noviembre, en su chacra, cuando ya había dejado los tratamientos contra el cáncer”, relató. “Estaba frágil, pero insistió en hablar porque quería dejar testimonio sobre Raúl Sendic y los orígenes del movimiento tupamaro. Ese material lo mostraremos esta noche: es un documento histórico, pero también profundamente humano”.
Arijón destacó que Mujica se convirtió, paradójicamente, en un referente mundial en un tiempo de descreimiento hacia la política. “Para muchos jóvenes en América Latina, más allá de ideologías, él simbolizaba la posibilidad de que un político sea creíble. Esa credibilidad es hoy su herencia más difícil de igualar”.
Entre mito y memoria
El debate en Biarritz dejó claro que Mujica no pertenece ya solo a la política uruguaya ni a la izquierda latinoamericana. Su figura, situada entre mito y memoria íntima, se reescribe en la voz de sociólogos, directores de cine y ciudadanos anónimos.
“Fue la prueba de que se puede vivir como se piensa”, resumió Merklen. Brechner añadió: “Con él descubrimos que la derrota no necesariamente amarga la vida”. Y Arijón cerró con una frase que resonó en la sala: “Pepe nunca dejó de ser un hombre común, y quizá por eso sigue siendo extraordinario”.