Manuel Silva, más conocido como Pichinkucha, cantaba con el corazón y hacía hablar y llorar a la guitarra. Este artista nos dejó este miércoles de otoño después de una vida admirable.
Llevó nuestra cultura por los escenarios selectos de Rusia, Alemania, Japón y otros países. Cantaba como los grandes. Se ganó el cariño de sus amigos por su trato amable y porque tenía ese optimismo heroico de luchar por la justicia y la solidaridad.
Su nieta Medalit Escobar Silva, hija de Mirtha Silva, lo recuerda con un hombre bondadoso que estaba siempre dispuesto a ayudar a los demás. “Era amable, muy atento, alegre, y siempre ayudaba a todos”, dijo a “EL PERFIL”.
Pichinkucha iba a cumplir 86 años este 17 de junio. Vivía en el distrito de San Martín de Porres. Nunca se dejó por la adversidad. Desde que llegó a Lima muy joven caminó firme porque sabía que su destino era la música.
Por la música trabajó duro y fue muy aplaudido y querido. Siempre estaba dispuesto a enseñar. Un tiempo fue profesor de música en el colegio nacional Rosa de Santa María de Breña.
En 1986 fue el ganador absoluto del Primer Festival de Autores y Compositores Andinos Trofeo “Úrica de Oro”. En agosto de 2011, la entonces ministra de Cultura Susana Baca lo reconoció como “personalidad meritoria de la cultura peruana”.
Pichinkucha es otro gigante de la cultura que nos dice adiós en tiempos bravos en los que no podemos despedirlo como se merece.