Brunei se convertirá la semana que viene en otro país de mayoría musulmana que adopta la ley islámica, o Sharía, por la cual la homosexualidad, la violación y el adulterio serán penados con la muerte por lapidación.
La diminuta y próspera nación del sudoeste asiático -cuya religión oficial es el sunismo- comenzó la adopción de la ley islámica en 2013 por decisión de su monarca, el sultán Hassanal Bolkiah.
Hasta la fecha la homosexualidad era ilegal como cuando Brunei era colonia británica (el país es independiente desde 1985). Pero a partir del 3 de abril se impondrá un nuevo código penal apoyado en la ley islámica por el que ese mismo "crimen" no será penado con la cárcel sino con latigazos o lapidación.
Desde 2014 se prohibió la celebración pública de la Navidad (se la limitó a puertas adentro en hogares e iglesias), el alcohol es ilegal y hay multas estipuladas para quienes no recen en el rito musulmán del viernes o tengan hijos por fuera del matrimonio.
El sultán Hassanal Bolkiah consideró la implementación de la Sharía como "un gran logro", pero Rachel Chhoa-Howard, una investigadora de Amnesty International en Brunei, señaló que las nuevas leyes "son una restricción a la libertad de expresión".
"Además de imponer penas crueles, inhumanas y degradantes, el nuevo código restringe descaradamente el derecho a la libertad de expresión, de religión y de creencias, y codifica la discriminación hacia mujeres y niñas", explicó Chhoa-Howard, para quien además algunos de los "crímenes" no deberían ser considerados tal, como en el caso de "el sexo consensuado entre adultos del mismo género".