Cada vez es más evidente que el presidente norteamericano Donald Trump está dispuesto a hacer el ridículo a cualquier hora y lugar. Esta vez el escenario escogido fue el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en la que acusó al gobierno chino de intentar entrometerse en las elecciones legislativas estadounidenses del 6 de noviembre, en las que su partido puede perder el control de la Cámara de Representantes y del Senado.
Paradójicamente, su acusación se produjo a los pocos instantes de que arremetiera contra el régimen de Nicolás Maduro y dejara abierta la puerta a una intervención militar en Venezuela. "Todas las opciones están sobre la mesa. Todas ellas. Las fuertes y las menos fuertes. Todas las opciones, y ya sabéis lo que quiero decir por fuertes", afirmó ante la prensa.
DOBLE CARA El doble discurso de Trump obedece, en verdad, a su temor de perder el control del Congreso, lo que se convertiría en su mayor derrota política y pondría en riesgo su propio mandato. Por eso acusó al régimen de Pekín de entorpecer sus políticas comerciales. "China ha intentado interferir en nuestras próximas elecciones de 2018, que se celebrarán en noviembre. En contra de mi Gobierno", dijo.
"No quieren que yo o nosotros ganemos porque soy el primer presidente en desafiar a China en comercio y estamos ganando en comercio y en todos los niveles. No queremos que se entrometan o interfieran en nuestras próximas elecciones", añadió. La acusación, por supuesto, no contó con prueba alguna.
De inmediato vino la respuesta de los imputados: "Nunca interferimos ni vamos a interferir en cuestiones domésticas de otros países. Nos negamos a aceptar acusaciones injustificadas contra China", dijo el diplomático Wang Yi.
Estados Unidos y China están envueltos en una guerra comercial, incrementadas por las acusaciones de Trump de que Pekín ha intentado robar la propiedad intelectual estadounidense, limitar el acceso a su propio mercado y subsidiar injustamente a las empresas estatales.
En verdad, su discurso intenta revivir la doctrina Monroe, de 1823, que justificaba cualquier intervención estadounidense ante cualquier penetración de otra potencia extranjera en Latinoamérica. "Ha sido la política formal de nuestro país desde el presidente (James) Monroe que rechacemos la interferencia de naciones extranjeras en este hemisferio y en nuestros propios asuntos", explicó sin rubor.
Poco después, las amenazas del mandatario se dirigieron contra el régimen de Venezuela, cuestionado también por países como Argentina, Canadá, Colombia, Chile, Paraguay y Perú, que solicitaron a la Corte Penal Internacional que se inicie una investigación por supuestos crímenes contra la humanidad.
El martes pasado, el Departamento del Tesoro anunció un nuevo paquete de sanciones contra el círculo más estrecho de Maduro. La lista incluye a la primera dama, Cilia Flores, el número dos del chavismo, Diosdado Cabello la vicepresidenta, Delcy Rodríguez, el ministro de Defensa, Vladimir Padrino, y el ministro de Información, Jorge Rodríguez. Los activos de esas personas en territorio estadounidense han quedado congelados.
CONDENA
Tras las amenazas de Trump, la cancillería venezolana condenó las "declaraciones belicistas e injerencistas orientadas a promover una insurrección militar" y dijo que sus palabras "evidencian la política de cambio de régimen que promueve su Gobierno con la participación de algunos gobiernos latinoamericanos".
El canciller Jorge Arreaza aseguró que su país se defenderá en caso de una intervención extranjera. "Ojo, que nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana, que nuestro pueblo, nuestras milicias sabrían resistir, sabrían cómo defenderse", aseguró en la ONU. "El ejemplo de Vietnam tal vez se quedaría corto ante lo que es capaz el pueblo de Venezuela cuando se decide, como ha hecho desde hace 200 años, a ser libre", insistió.
Al llegar a Nueva York para dar su discurso ante la ONU, Maduro ratificó que venía a decir su palabra ante los pueblos del mundo: "Aterrizando en Nueva York para participar en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Vengo a recibir la solidaridad de los gobiernos del mundo, a defender la verdad de nuestra patria vengo cargado de emoción, de pasión de verdades, para que el mundo entero sepa que estamos de pie, en revolución", aseguró desde el avión presidencial, escoltado por su esposa Cilia Flores y un cuadro de Simón Rodríguez, mentor de Bolívar.