La detención preliminar de Keiko Fujimori no es milagro. Es el trabajo de mucha gente; en especial, del fiscal valiente José Domingo Pérez Gómez.
El fiscal arequipeño realmente se está jugando un partidazo por el país, pese a las zancadillas naranjas de la gente del fiscal de la Nación, Pedro Chávarry, es decir, de la gente de Keiko.
Pérez Gómez es firme, lucha frontalmente para que la mugre pague sus culpas. No es un Sheput y sabe la importancia de su trabajo. Me recuerda, aunque con estilos distintos, al gran fiscal Avelino Guillén.
No todo está perdido en el país, no todo está perdido en la Fiscalía. En el Poder Judicial, su presidente Víctor Prado Saldarriaga, hace buena labor. El juez Richard Concepción Carhuancho también es duro, como debe ser, contra los corruptos.
Su decisión ha sacudido la política nacional. Francamente, mandar a Keiko a la cárcel es de valientes. La lideresa de Fuerza Popular, según la Fiscalía, es también jefa de una banda criminal con mucho dinero y, por tanto, con mucho poder.
El poder es dinero y el fujimorismo lo tiene. El poder nada tiene que ver con su aprobación, que está por los sueldos.
Lo que se viene es fuera de serie: fujimoristas escapando cual roedores, fujimoristas negando que son fujimoristas, los más fieles agotando sus últimas fichas. Hay quienes creen que se agota el poder de la dinastía, y otros que la bajada de dedo contra el fujimorismo viene de afuera.
Alguien tuvo que decidir para que revelen quién es Joaquín Ramírez realmente, faltando poco para las elecciones del 2016. Que bueno que lo hayan hecho. El fujimorismo es una banda que carcome nuestra incipiente democracia.
Los entendidos indican que los 10 días solo son el inicio y que se quedará mucho tiempo adentro. Keiko tiene para rato. Qué bueno.