La puesta en escena de los candidatos presidenciales para las próximas elecciones ha comenzado con pausa y sin mayores contratiempos. El sociólogo Jorge Nieto Montesinos cuya entrevista en el programa de César Hildebrandt muestra a un ciudadano sin entusiasmo y carente de originalidad.
Sociólogo con posgrados en FLACSO y en la Autónoma de México adornado con algunas publicaciones de cuya relevancia se hablará en su momento. En cambio, vale recordar que fue ministro de defensa de Pedro Pablo Kuczynski entre los años 2016-2018. Kuczynski es un expresidente enjuiciado y cuyo pasado que cubre decenas de años dedicado al negocio político de ningún modo es un buen aval.
Aceptar una entrevista con el periodista que practica el oficio de formular preguntas que conduzcan a respuestas que arrojen luces ha permitido ver cuán difícil es fabricar una imagen en una entrevista coloquial. No deja de ser un anticipo de lo que será más adelante durante la contienda misma. Sus actividades como ministro carente de logros exhibibles, sin filo y sin datos para evaluar el perfil de un candidato que la hora actual exige.
Declaraciones y respuestas llenas de generalidades y de lugares comunes, muy lejos de las exigencias mínimas de un candidato que el siglo XXI peruano espera. Pontificar sobre la “sexta revolución industrial” sin especificar es ir muy lejos, por cuando las necesidades apremiantes golpean. Pretender caminar en un campo minado de problemas nuevos es una temeridad. Improvisar con discursos de lugares comunes, sin vigor y salidas políticas que convoquen atención, peor.

Las estadísticas respecto a la pobreza creciente, desempleo, anemia, deterioro de las organizaciones, desarticulación social, analfabetismo, desconectado del mundo en desarrollo, delincuencia social, deterioro de la formación profesional, etc. Son conocimientos generales que no requiere sino hurgar en la documentación actualizada de INEI, UNESCO, FAO y otros organismos. Que el candidato no hizo sino un recuento de manual sobre cifras que el propio Kuczynski manejaba desde una pequeña oficina para hacer tanta fortuna.
El candidato ha eludido adentrase en los meandros y vericuetos de los déficits que tocan la ineficiencia e incumplimiento clamoroso de las Fuerzas Armadas y sobre todo policiales. Incapaces de ejercer control efectivo que permita combatir la creciente delincuencia en las calles. Tocado por casos judiciales que mellan sus más profundas fortalezas para asumir los estratégicos intereses de la nación y de seguridad social. No quiso ahondar en la corrupción que ha carcomido los estratos más hondos del tejido social donde se ha hecho normal el desorden, la desidia y la falta del sentido de la vida peruana.
En términos estadísticos no existen cambios sustanciales en la composición de los votantes. Los que candidatearán y votarán serán prácticamente los mismos que ya fueron candidatos, a los que se añaden los nuevos votantes. Ergo, hablamos de los hábitos y costumbres. Un candidato con la experiencia compartida con PPK y de quien no se conoce el equipo que lo acompaña es una caja negra, muy oscura.
En medio de una atomización de la política donde las personas se unirán por intereses fuera de la ideología y de los proyectos políticos de los sectores organizados. Participarán partidos de propietarios y adinerados sin ningún interés por la comunidad local y nacional. Continuarán los parlamentarios que aprendieron las malas costumbres y los hábitos inveterados de la coima y el aprovechamiento.
Si las estadísticas sirven y si la lógica ayuda a deducir lo que vendrá, la realidad se encargará de poner el candelero del debate. Los voluntarismos individualistas y los buenos deseos, sin contar con un equipo de gobierno con capacidad de enmienda, cambio y eficiencia para obrar, es un imposible. Con el ejemplo de Paniagua en un sistema deteriorado hasta la médula política es tomar el todo por la pare.