Los operadores naranjas siguen llorando por la detención de Keiko Fujimori, por lavado de activos y liderar una organización criminal, en Fuerza Popular. El informe del fiscal José Domingo Pérez es tan prolija como una columna griega en el mar Egeo; la Disposición Nº 72 es de una contundencia detallada que no se puede negar. El cruce de datos de los libros contables, los aportantes fantasmas, más los hallazgos en las múltiples diligencias (clave: casa de Jaime Yoshiyama y contacto celular con Odebrecht), y la entrega de un millón doscientos mil dólares confirmada por Marcelo Odebrecht, para la campaña fujimorista en el 2011, todo señala que Keiko Fujimori fue financiada por la corrupción de Brasil. Hay un gran detalle que pocos se atreven a mencionar.
En su decisión, el juez Carhuancho ponderó, además, la investigación de la valiente fiscal Sandra Castro, sobre el nexo de Keiko Fujimori con el caso Lava Juez. Y acá es donde entra el ahora colaborador eficaz Antonio Camayo cerrando el círculo: la Señora K es Keiko Fujimori y se reunió con César Hinostroza.
Es decir, Keiko no solo es Lava Jato, también es Lava Juez. Keiko vinculada fuertemente a los criminales “Cuellos Blancos”. Díganme, ahora, si no merece estar encerrada.
El 71% de los peruanos cree que sí está justificado, según Ipsos Perú. Keiko no es una líder. Nunca lo fue porque Fuerza Popular está como está, de cara al suelo. Es una cabecilla. Los 62 congresistas fujimoristas acatan órdenes de una sindicada criminal. Y eso, en política, es corrupción del más alto vuelo. PD.- Leo que un Federico Salazar suelto de quimonos aboga por Keiko. Habría que recordarle que investigar un poco, no mata. Ilustra.