Nunca como ahora, la guerra, la economía y la política han alcanzado carácter global y han concentrado una trama de complejidad extrema. Desborda los hechos conocidos y las disciplinas tradicionalmente cultivadas obligando a un concierto de saberes que apuntalen cada día renovadas explicaciones sobre hechos cambiantes e intrincados.
La guerra en Ucrania de la OTAN contra Rusia ha concentrado el mayor esfuerzo de la prensa internacional conducida a intimidar al lector con una narrativa global. Tal que ha hecho pasar a segundo plano el genocidio perpetrado por Israel en Gaza con el único propósito de apropiarse del territorio expulsando a sus tradicionales y legítimos dueños. Para en seguida apuntalar la guerra contra Irán.
La potencia imperial del norte está desplegando un enorme esfuerzo expansionista y belicista como el control del Canal de Panamá, la apropiación de Groenlandia y la posible guerra contra China expresadas por analistas de la geopolítica global. Lo que permite vislumbrar un futuro de plazos diferidos de conflictos, por lo general excluidos o desconocidos por la prensa local.
Una Europa desplazada de las mesas de negociaciones con Rusia sobre Ucrania se sumerge en un mar de confusiones desde el envío de tropas para sumarse a Ucrania. Y la previsión de un presupuesto de 800 mil millones de euros para el gasto en armamento a fin enfrentar a Rusia en un futuro de 10 años en medio de una desunión cada vez más visible marcada por la oposición de Italia por ahora. La Europa de brillantes intelectuales y políticos dejó de existir.
En este maremagno global la emergencia de un mundo multipolar redibuja un nuevo cuadro geopolítico que está configurando una realidad inédita cuyas señales comenzaron lejos del observador. Y es bueno recordar las trabas creadas y atajos que decoraron la educación dictada y acrítica, la poderosa prensa afín y la propaganda mediática concertada que siguen oscureciendo lo evidente, lo simple, lo real de las modificaciones cotidianas. Este en nuestro mundo de hoy.
Nuestras creencias sobre las innovaciones de la ciencia y la tecnología de las sociedades china y rusa han estado ocultas bajo una espesa propaganda y los impedimentos cognitivos dictados desde nuestras precarias escuelas. La derrota de Ucrania, que es la derrota de la OTAN, así como el impresionante cementerio de armamento jamás visto, es señal inequívoca del declive del gran país del norte. Será aún más evidente cuando se capture Kursk en breve, ciudad rusa tomada para distraer y negociar; pretensión ilusa. Consiga muy difícil de ocular por la prensa mundial.
Este cuadro geopolítico es testigo y escenario de una nueva época distinta al que conocemos marcados por los aranceles impuestos por los Estados Unidos a escala mundial con el que a su vez comienza grietas de desconfianza que está generando reacciones más agresivas.
Todo esto ha provocado en primer lugar desconcierto, en segundo lugar, confusión y recién en tercer lugar y, esperemos no sea tarde, un esfuerzo por explicar con una dosis de racionalidad y objetividad que permita hallar una respuesta coherente.
La primera reacción inesperada pero realista es la de China de quien el presidente Trump esperaba sumisión, respondió con la imposición del 34 % de aranceles a todos los productos importados de este poderoso país. Una respuesta que marcará con seguridad una pauta a seguir frente a las imprevisibles y heterogéneas respuestas de los países según su grado de desarrollo y posibilidades; y, cuando, finalmente, suben los aranceles son incrementados al 125 % China, con parsimonia oriental, decide “ignorar”.
¿Qué es lo que a primera vista se observa? Una primera respuesta plausible y en sus inicios se deja notar en que los aranceles son el evidente instrumento de negociación en diferentes escalas y grados. Y es cuando choca también en primer lugar con China que tiene poderes inequívocos. Y algunos despistados y otros llevados por el odio preguntan ¿Y Rusia? La respuesta es simple le contestan los enterados, tiene más aranceles y e imposiciones que otros países al que ha resistido y para envidia de muchos, su PBI ha crecido.