Los hechos radicalmente conmovedores son difíciles de admitir, más si afectan como en este caso de modo directo intereses enraizados en las profundidades de la conciencia y la defensa de grandes intereses del poder. Hoy está en el candelero la geopolítica y las potencias en juego acompañada de ideologías y teorías políticas. Y de qué manera.
Los medios que responden a los grandes poderes económicos machacan a diario el relato de la guerra que se libra entre Ucrania y Rusia. Reiteradas siempre con medias verdades. Con todo, esta guerra es la señal de un mundo en transición violenta, un mundo multipolar con nuevos actores que están haciendo cambiar el mapa geopolítico del planeta. Dicho en lenguaje llano es la contienda de la OTAN, que agrupa 32 países apoyada por Reino Unido y sin duda los Estados Unidos, contra Rusia. Una guerra que acaba de cumplir tres años desde la invasión rusa. A partir de aquí la narrativa que se vende es antojadiza.
Ucrania es un territorio de más de 600 mil kilómetros cuadrados con una población de 36 millones de habitantes ubicada en Europa occidental que se independizó en 1991. Desde la geopolítica, ha sido un puente para el domino norteamericano y el control geopolítico y estratégico. Su ubicación le permitiría disparar sus misiles en tiempo cortísimo poniendo en peligro la seguridad rusa. Tamaña complejidad merece algunas aclaraciones en breve especio.
Los datos y los hechos esgrimidos por la prensa alternativa evidencian que los inmensos recursos económicos, financieros, tecnológicos y asistencia militar con la esperanza de derrotar al ejército ruso han fracasado. La participación directa de Europa con todos sus recursos ha sido una comparsa. Y cuando en poder norteamericano después de sus evaluaciones concluye en el inequívoco triunfo ruso no le quedó sino llamar al presidente Putin para negociar el fin de la Guerra. ¿Piden negociar los que ganan?
Un proceso que le obliga dejar fuera a Europa que no tiene lugar en estas negociaciones. Suscitado un verdadero descalabro político en el meollo del poder europeo cuyo peso en este debate es nulo salvo las interferencias debido a la frustración del que queda fuera.
Asunto peliagudo y es cuando entran en pánico Alemania, Francia, Italia y todos los países que como nunca toman conciencia que no cuentan con un espacio en este complejo cambio del orden mundial. Con Inglaterra en una época de mayor decaimiento en su poder en todos los órdenes comienza a hacer de atizador de fuego que encienda la hoguera que lo llevaría quizá al pináculo de la gloria cuando su época ya fue.
La tregua solicita por Trump a Putin de un alto al fuego sobre centros de energía ha sido sistemáticamente boicoteada por el mismo presidente de Ucrania debido a la interferencia europea y sobre todo británica.
Fundado en un ilusorio discurso del apoyo europeo e inglés para prolongar la guerra e intentando contagiar a incautos y los medios pagados en una guerra perdida que hará cada vez más clamoroso el descalabro. La verdad es que ni con el peso del complejo militar industrial comprometida hasta las médulas será posible. La hora de la verdad ha llegado. El poderío tecnológico militar ruso ha ganado.
Los líderes europeos enloquecidos incapaces de articular una propuesta coherente carecen de una condición básica que se llama unidad. Complicada por la ausencia de ciencia aplicada a la industria militar y tecnología eficaz inexistente pensar en una guerra con Rusia de aquí a diez años es un despropósito. No le queda sino comprometer a los Estados Unidos embarcado en una economía y un mercado sin control por lo que el acuerdo con Rusia es un imperativo de corto plazo que esta interferida activamente por el mismo presidente de Ucrania siguiendo un libreto europeo. Entre tanto sigue la agresión de Israel en oriente medio. El papel de Irán que no deja de ser un problema que Israel está cuajando sin contar por ahora el apoyo da Rusia. Pero, falta saber cómo terminará Ucrania.