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Rusia y Estados Unidos y el fin de la guerra en Ucrania

Las estructuras del viejo orden se desploman sin cesar. Europa es ya cosa del pasado.
Lucas Lavado

Desde la segunda Guerra Mundial, la propaganda sistemática, cada vez más sofisticada, ha estado encauzada a imponer una ideología encaminada a la sobrevaloración de la supremacía europea y norteamericana. 

El paso del tiempo, les permitió la asunción de modelos de vida, de conducta cotidiana y de pensamiento como ideal de una vida civilizada que todos deberían imitar. En consecuencia, la tecnología y los artefactos y su valoración social no son sino su correlato concreto para no dejar nada fuera de sus influencias.  

Han ocurrido con grandes imperios, con civilizaciones hegemónicas, que ahora son glorias pasadas, pero su influencia sigue pesando en sociedades dependientes y subdesarrolladas. 

Se trata de un proceso gradual e imperceptible por las élites acostumbradas a la comodidad; pero cuando ocurre una conmoción como la que acaba de ocurrir en Europa, generan desconcierto, incredulidad y contradicciones no solo en los modos de pensar sino en las acciones erráticas. 

Así, se puede constatar hoy que la primera respuesta es la negación absurda de Europa del poderío al que estaba sometida y cuyo lugar preeminente en la negociación con Ucrania es pura ficción. 

Agitan sin sosiego el fantasma ruso sumidos en la falta de unidad, de coordinación y, finalmente, sin liderazgo distinguible y consensuado quién los representa. 

El presidente Trump y su homólogo ruso han enviado delegación cuidadosamente elegidas pensando en la preparación de los eventos que deben continuar y las condiciones de futuras estrategias: por la parte rusa Sergéi Lavrov, Yuri Ushakov, y Kurill Dmitief, y por el lado norteamericano Marco Rubio, Teve Mitkoff y Mike Walz. 

De este trabajo dependerá los pasos siguientes de las negociaciones con vistas a lograr objetivos concretos. Entre tanto Europa, dolida y frustrada, ha tenido un primer fracaso en París con una convocatoria parcial.

No debe perderse de vista que el presidente norteamericano es un hombre de negocios. Si desea credibilidad financiera para su país, la primera deuda que debe saldar es la cantidad de dólares confiscados indebidamente a Rusia, sin duda. 

Está considerando también la inmensa deuda que debe pagar Ucrania que debe ser saldada con sus yacimientos de tierras raras, gas y petróleo que dicho sea de paso ha sumido en la desesperación al país europeo. 

A Europa le corresponder pagar sus enormes gastos en defensa en las futuras decisiones armamentísticas. 

Lo que definen a los gobernantes es lo que hacen y luego, después lo que justifican. Las iniciales declaraciones y bravatas de Trump no son palabras al viento, son la consecuencia de las evaluaciones de la situación geopolítica complicada para el final del siglo. 

De allí la resolución de los problemas con Rusia tampoco son gratuitas si se considera seriamente sus misiles hipersónicos y el poderío militar consiguiente. 

Trump sabe que las evaluaciones científicas tecnológicas no son letra muerta si piensa como se debe para asistir la tecnología militar. El grado de desarrollo del armamento militar no es el inicio sino el final de los experimentos científicos probados y confirmados en los laboratorios. 

Se puede hacer experimentos con semillas y con fertilizantes sobre 4 mil metros de altitud, sí, a condición de tener el personal científico capacitado y el laboratorio disponible. No es una flor en el desierto sino parte de un sistema cada vez más complejo. 

Los gobernantes son individuos instalados en una trama de relaciones concretas que se desenvuelven en una dimensión histórica. 

Cuando sus ideas y acciones repercuten en un horizonte más amplio como es la dimensión geopolítica se equivocan porque descuentan sus compromisos y decisiones al margen de complejas tramas sociopolíticas y psicológicas.

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El análisis y las expresiones vertidas son propias de su autor/a y no necesariamente reflejan el punto de vista de EL PERFIL
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Colaborador de EL PERFIL
Profesor en Filosofía y Ciencias Sociales. Magíster en Docencia Universitaria y Doctor en Ciencias de la Educación. Ha editado más de 400 títulos.