El 3 de octubre de 1968, el general Juan Velasco Alvarado derrocó al presidente Fernando Belaunde Terry e instauró un gobierno militar que, entre otras cosas, emprendió la famosa reforma agraria que, en la campaña electoral para las elecciones de 1965, la mayoría de los candidatos habían prometido realizar.
Belaunde, quien había ganado las elecciones del 65, trató de hacer a su estilo la exigida reforma agraria; pero millones de peruanos en aquel tiempo exigían cambios rápidos y radicales para dejar atrás al Perú semifeudal en el que los hacendados eran dueños de tierras de hectáreas infinitas con todo lo había en ellas incluso seres humanos. Antes de la reforma agraria de Velasco, este país no era país.
En entrevista con Emilio Camacho, el periodista César Hildebrandt hizo una gran síntesis sobre el velasquismo: “Fue un golpe de Estado, claro que lo fue. ¿Fue un acto de deslealtad del general Juan Velasco Alvarado? Sin lugar a duda. Pero también es cierto que ese gobierno impulsó una reforma agraria, que, como ha dicho Hugo Neira, le impidió a Sendero insertarse en muchos sectores. La reforma agraria, probablemente, frustró el escenario que Abimael Guzmán había concebido: una pradera incendiada masivamente. Entonces, hay algo que agradecerle al gobierno de Velasco, que fue la reforma agraria. Y también hay que reconocer que fue un intento de establecer ciertos mecanismos democráticos, entre comillas, de igualitarismo social y de manejo económico, también, con muy buenas intenciones y con pésimos resultados”.
Hoy se cumple un aniversario más del inicio de la época de Velasco y este gobierno aprovecha la fecha para lanzar en el Cusco lo que llama segunda reforma agraria. Esta es una idea que se forjó en el equipo de Verónika Mendoza que si se concreta puede traer beneficios para todos. Se trata de trabajar para que el Estado llegue al campo con capacitación, créditos viables, con vías de comunicación, tecnología, asesoramiento en todos los niveles, es decir, actuar como un país serio que ayuda, como en los Estados Unidos, para que los agricultores sean parte del desarrollo.
“Algunos han entendido que la segunda reforma agraria es quitarles terreno. Totalmente falso. Hay que sacarnos eso de la cabeza, ni siquiera se ha pensado, no se va a hacer, sería absurdo que un gobierno lo hiciera, está descartado”, explicó el presidente Castillo.