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Este artículo es de hace 4 años

La Fujimori se pone la casaca de Castillo y dice que seguirá con pataleta

Ha pasado un mes de la segunda vuelta y el Jurado Nacional de Elecciones aún no proclama al presidente electo y Keiko Fujimori no reconoce al ganador. La lucha de la Fujimori es, en realidad, una pelea para no volver a la cárcel. Castillo debe fortalecer la unidad.
Paco Moreno
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Paco Moreno
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Director periodístico de EL PERFIL
Nació en la provincia ayacuchana de Cangallo, el 7 del 7 del 77. Llegó a Lima antes de cumplir los siete años. Estudió Comunicación Social en...

El triunfo de la señora Fujimori hubiera significado el retorno de la dictadura diseñada por su padre Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos después de que cayera hace más de 20 años gracias a la lucha constante de los ciudadanos en las calles que culminó en la Marcha de los 4 Suyos.

La victoria de la Fujimori hubiera significado que se suspenda hasta el 2026 el proceso en su contra en el que la Fiscalía ha pedido contra ella 30 años de cárcel por considerarla presunta cabecilla de una organización criminal que lavó millones de dólares, obstruyó a la justicia y cometió otros crímenes graves.

Keiko fue derrotada limpiamente y ahora su lucha por una supuesta democracia es, en realidad, una pelea para no volver a la cárcel. Ese es su verdadero temor. El domingo ha dicho, con la casaca que usa Pedro Castillo, que le han robado la elección, que ya sabe cómo se ha financiado el fraude en la mesa. La verdad es que no sabe lo que dice y ha caído la pobre en el descrédito total.

Esta pataleta de Keiko le está costando mucho a la democracia del país porque no permite que el Jurado Nacional de Elecciones proclame al virtual presidente electo Pedro Castillo, quien aún no tiene su primer gabinete. 

Pedro Castillo ha logrado la unidad de los sectores que buscan el cambio desde que el exdictador Fujimori instauró el neoliberalismo más crudo y alucinante con el golpe del 5 de abril de 1992.

Esta unidad, en oposición a quien quería reivindicar el gobierno de su padre, es todavía endeble porque una cosa es la unidad para oponerse a alguien y otra muy distinta una unidad programática para cambiar al país. Aquí está el trabajo en que debe concentrarse Castillo.

Castillo debe entender que será presidente no por sus méritos solamente sino, principalmente, porque ha logrado unir a todos los sectores que han entendido que el cambio en el país es fundamental.

Todos estos sectores, Perú Libre, Juntos por el Perú, Nuevo Perú, Frente Amplio, trabajadores organizados, colectivos, todos, deben hacer un esfuerzo para lograr que el gobierno de Castillo no termine siendo como el gobierno de los traidores Toledo y Humala.  Una ruptura sería fatal. Un hueco sería perjudicial. El gobierno de Castillo debe representar la más amplia unidad.

Estos sectores deben poner sus esfuerzos y talentos para ayudar que sea bueno el gobierno de un hombre realmente del pueblo, salido de las entrañas de la sierra misma, del campo siempre olvidado, del Perú profundo como dicen.

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Director periodístico de EL PERFIL
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Nació en la provincia ayacuchana de Cangallo, el 7 del 7 del 77. Llegó a Lima antes de cumplir los siete años. Estudió Comunicación Social en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde tuvo como maestros a César Lévano, Juan Gargurevich, Manuel Jesús Orbegozo, Óscar Pacheco, Julio Estremadoyro, Ricardo Falla, Sonia Luz Carrillo, Carlos Eduardo Zavaleta, Zenón Depaz, Aurora Bravo y otros grandes docentes. Ha publicado dos libros de periodismo literario, Gente como uno (2011) y Rebelde sin pausa (2016); uno de cuentos, El otro amor de mamá (2012); y una novela, El jinete en la hora cero (2021).