Muchas veces abro TikTok solo para distraerme un rato. Entro pensando en ver algo gracioso, algún trend o video curioso. Pero sin darme cuenta, termino viendo a alguien hablando de cosas que también me pasan: una chica contando que extraña a alguien, un chico explicando lo que siente cuando tiene ansiedad o una voz en off diciendo justo lo que yo no sabÃa cómo explicar.
Y eso me hace pensar que yo ya no entro a TikTok solo para divertirme. Esta plataforma se ha convertido en un lugar donde muchos usuarios comparten sus emociones, sin filtros. Ahà vemos a miles hablando de sus miedos, sus tristezas, sus recuerdos o lo que les cuesta decir en voz alta. Lo que parecÃa solo un trend, a veces se convierte en una forma de desahogarse.
Lo más sorprendente es cómo el algoritmo parece saber exactamente lo que uno necesita ver. Si estoy triste, me muestra videos que me hacen sentir acompañada. Si estoy pensando en alguien, aparece alguien más hablando de lo mismo. Y no es que lo diga o lo escriba, simplemente, la aplicación lo detecta y sé por qué y cómo. Da un poco de miedo, pero también se siente como si alguien, aunque sea una pantalla, te entendiera.

Hoy en dÃa, no solo buscamos contenido que nos haga reÃr. Queremos también sentirnos identificados. Y esta red social ha sabido captar eso. Nos conecta con otros que viven lo mismo que nosotros, que también dudan, lloran, sueñan o se sienten perdidas. Y eso hace que el entretenimiento se vuelva más emocional.
Pero también es importante pensar si está bien depender tanto de una app para sentirnos comprendidos. Puede hacernos sentir acompañados, sÃ, pero no reemplaza una conversación real, un abrazo o una ayuda profesional. Ver videos no siempre soluciona lo que sentimos, aunque por un momento parezca que sÃ.
Aun asÃ, no se puede negar que el contenido que encontramos ahà ha cambiado la forma en la que nos entretenemos. Ahora, muchas veces, nos quedamos más por lo que sentimos que por lo que vemos. Un video de 15 segundos puede hacernos pensar en cosas que llevamos guardando mucho tiempo. Y aunque eso puede doler, también puede ayudar.
Por eso seguimos ahÃ, deslizando hacia arriba, buscando algo que nos haga reÃr o que nos haga sentir. Porque al final, no solo se trata de distraernos, sino de reconocernos, aunque sea mediante una pantalla.