Mi hermana menor se llama Ángela, tiene 15 años y se pasa más de 4 horas diarias revisando videos en YouTube, especialmente el canal de Animal Planet. Su secuencia favorita es Doctor Jeff. Ahí conoció a una especie de ave que alegraría sus tardes. Empezó a investigar todo sobre las cacatúas ninfas y descubrió que, por naturaleza, son cariñosas; además, podrían llegar a pronunciar palabras cortas o notas musicales.
Después de investigar todo acerca de las ninfas, en enero del 2020, Ángela tenía clara la idea del regalo que deseaba para sus 14 años. Ella es amante de los animales. Recuerdo que para cada cumpleaños pedía una nueva mascota: tortuga, mono, erizo, peces, hámster y su loca idea de criar a una serpiente Pitón. Le habían comprado algunas de estas mascotas, de las tantas que quería y esta vez no sería la excepción.
Dos días después de su cumpleaños fueron en busca de su regalo. Le ofrecieron comprarle ropa o alguna otra cosa, pero ella ya había pedido una ninfa como regalo y mamá sabía que quitarle esa idea de la cabeza era casi imposible. Así que esa misma tarde fueron al Centro de Lima en busca de la mascota. Compraron una cacatúa ninfa machito, pero al ver el tamaño de la jaula, Ángela se puso a pensar y pidió una compañera para que su ninfa no se sienta solo. Ella estaba contenta con los nuevos integrantes de su familia, empezó a buscar algunos juegos o decoraciones hechos de madera, para hacerle lo mismo a sus nuevos engreídos.
Al poco tiempo dictaron cuarentena por la maldita enfermedad COVID-19 que acabó y sigue acabando con la vida de tantas personas. Su única distracción, al no poder salir de casa eran sus animalitos. Todas las tardes, se le veía con un pincel y una tempera en mano, pintando las maderitas y chapitas que había conseguido para sus mascotas.
Dejando un día, Ángela sacaba a las ninfas de su jaula y los ponía en la sala para que se distraigan. Eran muy tiernos y graciosos, caminaban tranquilamente por toda la sala, pero de la nada volaban y se paraban en el hombro o en la cabeza de su dueña. A veces, ella se ponía a pintar o a dibujar y ellos agarraban sus colores para morderlos o se los llevaban en su piquito para otro lado. Ellos le ayudaron a que no se deprimiera o se sintiera estresada en temporada de pandemia.
Ella siempre investigaba todo referente a sus engreídos y cada noche, antes de irse a dormir, tapaba la jaula con una manta y cubría todo lugar por donde pasara luz, también sacaba el pocillo con agua porque la humedad los enfermaba. Pero, a los tres meses murió la hembrita. Su muerte fue rara o al menos nadie supo por qué ocurrió.
Ángela cada mañana se levantaba y destapaba la jaula para acariciar a sus ninfas. Esa mañana del miércoles, fue de gris. Ella al levantar la manta, vio a la hembrita tirada en la jaula y con un ala hacia arriba. Rompió en llanto, de tal manera que cualquiera que la hubiese visto habría pensado que había fallecido un familiar. Yo aún estaba durmiendo, cuando de repente escuché sus llantos y la vi parada en la esquina de mi cuarto, cubriéndose la boca con sus manos. Lo primero que pensé, fue que algo había pasado con mamá, me levanté de un solo salto y le pregunté qué había pasado. Ella señaló hacia la jaula sin parar de llorar, me acerqué y entendí el motivo de sus lágrimas. Me puse a llorar con ella, porque entendía su dolor. Era raro en mí, porque al inicio me interponía a que le compraran, pero con el tiempo me encariñé.
Mamá llegó del mercado y nos encontró a las dos llorando. Pensó lo mismo que yo, que algo malo había pasado con un familiar. Ella sin saber el motivo de nuestras lágrimas, quería llorar porque imaginaba lo peor, pero me tranquilicé y le expliqué. Mamá se acercó a la jaula y se dio cuenta de algo que nosotras no nos habíamos percatado: la ninfa hembra aún seguía respirando. La agarró, la envolvió con una chompa y le empezó a dar respiración boca a piquito. Le dio de tomar un poco de agua de manzanilla, intentó de todo para salvarla, pero fue en vano. Talvez, si nosotras hubiéramos reaccionado de manera distinta la hubiéramos salvado.
A los dos días después de que Ángela perdió a una de sus mascotas, empezó a buscar nombre para el engreído que quedaba, pues con la emoción, se había olvidado de ponerle un nombre. Tenía varias opciones, la primera que pasó por su mente fue Ryuk, nombre de un personaje de su serie favorita Death Note, luego pensó en Dracary, nombre que sacó de la película Juego de Tronos; pero no se decidía. Luego quiso ponerle un nombre de acuerdo con la característica de su ninfa, el color anaranjado casi rojizo por sus orejas, lo hacen especial. Averiguó que a esa singular característica se le dice mofletes, es por eso por lo que decidió llamarlo así: Moflete. Es una ninfa macho, tiene una máscara facial amarilla que llega hasta la raíz de la cresta y que se vuelve grisácea hacia las puntas, su cuerpo es de color amarillo, pero bien bajito, de lejos parece un poco blanquizco.
Moflete cada vez que escucha un silbido, piensa que lo están llamando y enseguida empieza a silbar o a gritar agudamente. Por naturaleza, las ninfas son ruidosas. Cuando Moflete llegó a casa, tengo que admitir que no estaba de acuerdo, porque ya teníamos tres mascotas, dos perritos, Osa y Scott, y un gatito macho, llamado Mishi. Tener una mascota más aumentaba la responsabilidad. Con el tiempo cambié de parecer, Moflete ahora es bienvenido en mi cuarto. En las tardes, Ángela lo pone encima de la cama, juega por todos los rincones, hasta vuela por el ropero. Muchas veces se orina, pero Angela siempre está al pendiente para limpiar.
Los animales juegan un papel importante, hasta el animal más minúsculo cumple un rol en el planeta. También nos han servido como alimento, y qué rico los disfrutamos; algunos de ellos son platos típicos del Perú, como un rico arroz con pato o un cebiche. Algunos animales se han convertido en platos especiales para un fin de semana, como carne asada, chancho al palo o un provocativo y delicioso pollo al cilindro. Si mencionáramos cada plato apetitoso que se puede preparar con algunos animales, nos quedaríamos cortos y también con un gran antojo.
Los animales también nos derivan alimentos, como la mantequilla, la leche, el queso, huevo, yogures, etc. Muchos de ellos sirven para mantenernos bien de salud y tener buenas defensas ante cualquier enfermedad. Si los animales no existieran, no habría una buena alimentación.
Los animales carroñeros, como, el cóndor, los buitres, las águilas, las hienas, etc. mantienen el ecosistema limpio de toda materia en descomposición, eliminan los restos orgánicos, evitando los microorganismos perjudiciales para el entorno. Hasta los animales que muchas veces consideramos insignificantes, como las lombrices de tierra, enriquecen el suelo manteniéndolo fértil: son esenciales para el equilibrio de los ecosistemas. Las moscas, son especies que convierten la materia fecal en materia orgánica, también son útiles como alimentos de otros animales.
Las abejas, que muchas veces al verlas corremos o las esquivamos por miedo a que nos piquen, son necesarias. Aparte de que nos proporcionan miel, son los polinizadores más importantes del planeta, una cuarta parte de las especies vegetales que florecen dependen de ellas.
El uso de las pieles de animales es un tema controversial. Es algo indignante que los animales salvajes sean sacrificados solo para generar dinero, provocando la extinción de varias especies, mientras que otras se encuentran en peligro de desaparición. Todos los animales de cualquier especie cumplen una función y muchas veces, acabamos con ellos, contaminándolos o matándolos sin razón alguna.
Tener una mascota como miembro de nuestra familia es una gran responsabilidad, pero también nos llenan de felicidad. Los científicos descubrieron que cuando se acaricia a un animal doméstico, el cuerpo libera oxitocina, una hormona que tiene un efecto calmante en el cerebro, ya que reduce el estrés y la ansiedad. Estudios clínicos también muestran que los dueños de mascotas tienen niveles más bajos de cortisol, la hormona del estrés, y esto es bueno para la presión arterial. Además, ellos con sus ocurrencias logran sacarnos más de una sonrisa. Es el miembro de la familia que nos llena de amor cuando llegamos de algún lado, como los perritos que se nos lanzan encima, nos mueven la colita o quieren nuestra atención para jugar. Nos hacen sentir queridos, mostrando que nuestra compañía es importante para ellos.
Los que tienen mascotas, raras veces se sienten solos. Alimentar y cuidar a los animales fomenta la empatía, la compasión y la responsabilidad. Por lo tanto, pasar una infancia en contacto cercano con animales no solo es beneficioso para el aspecto psicológico, también nos ayuda en la vida, porque con ellos aprendemos a tener más humanidad.
Así como los animales son importantes para nosotros, los humanos también somos importantes para ellos, porque, nosotros cuidamos de ellos. Sin los humanos los animales no sentirían el afecto de tener una familia, algunos de ellos se mantienen con vida gracias a nosotros, porque muchas veces lo criamos desde nacidos.
En esta temporada de pandemia, los animales ayudan a que este aislamiento, sea menos estresante, así como Moflete ayuda a Angela. Sin él, estoy segura de que ella se aburriría, estaría deprimida y pasaría más tiempo del que pasa ahora con el celular, lo cual también es perjudicial para la salud de los niños y adolescentes. Estos menores se encuentran en una edad con difíciles cambios, por ello, el tener una mascota en la que puedan mantener su atención y que sea su responsabilidad, les ayuda a tener compromiso. No solo Moflete ayuda a que Angela se sienta mejor. Osa, Scott y Mishi también le dan felicidad, con sus travesuras y ocurrencias.
Los animales nos llenan de amor, así como también sienten cuándo estamos tristes y enfermos. Nos quieren. En el caso de Moflete, aunque a veces con su grito nos asusta o muchas veces ensucia la sala, nos da mucha alegría cuando camina o vuela por la casa.
Aprendamos a cuidar y valorar la vida de los animales. Algunas veces pueden hacernos renegar o desordenar la casa, pero siempre recordemos que pase lo que pase, ellos de alguna manera u otra nos hacen sentir su presencia y nos brindan su apoyo. Si tienes al lado a tu mascota, abrázala y hazle sentir cuanto la quieres, no olvides que ellos nunca te dejarán y, hasta que Dios lo permita, siempre estarán ahí.