"Creo que de esta no salgo, Negrita", le dijo Luis Revoredo a su esposa Rita Sánchez, en el momento preciso en que ingresaba a la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Edgardo Rebagliati de Jesús María. No salió mi querido amigo Revito, Revocheto. Le pasaron la voz a su esposa de su muerte por teléfono.
Hace apenas cinco días estaba bien. Le dolía un poco el oído, tenía una ligera tos y algo de fiebre. Nada preocupante, digamos, porque él casi no salía de casa y siempre se cuidaba mucho. Después la fiebre aumentó, fueron al médico y este dijo que ya tenía neumonía. Así de rápido. Su esposa hizo todo lo posible para salvarlo, pero falleció en el Rebagliati. Tenía apenas 64 años Revito y tenía muchos proyectos en marcha, como siempre.
Lo conocí cuando César Lévano pidió que lo contrataran como periodista en el diario "La Primera" del 2007. Venía de una vasta experiencia como redactor, como editor de cierre, como jefe de informaciones en varios diarios limeños. Era un gran profesional. Desde entonces nos hicimos grandes amigos y supimos reírnos juntos en las buenas, en las malas y en las pésimas.
Era amigo de mucha gente. Cierta noche, como a la una de la madrugada, después de un cierre de película, regresábamos a nuestras casas en su Volkswagen rojo y casi atropellamos a Víctor "El Búho" Patiño de "Trome" por la avenida Arequipa, cerca del canal 5. El Búho se despertó ante el frenazo y Revito salió con un gallo por la ventana para requintar al distraído y, cuando se dio cuenta que era Patiño, se le cambió el rostro. Después, en el carro me contó historias del bravo columnista que no viene al caso ahora.
Revoredo sabía mucho, escribía muy bien, estudiaba en serio; pero nunca perdió la modestia ni la humildad. Era el hombre más respetuoso de la redacción. Era un ser humano de primera, de esos que se dejan querer, y tenía un humor alucinante. Su risa estentórea, de relámpago, se me viene en este momento triste. En este momento no puedo creer aún que mi amigo ya no esté. Este maldito bicho no respeta a nadie. Querido amigo, reciba un abrazo fraterno, descanse. Tío, ya nos estaremos viendo.