La señora Elizabeth es una de las mil mujeres peruanas que, solas, sin bono y sin ningún tipo de ayuda estatal, sacan adelante a sus familias en plena pandemia. Ser la cabeza de un hogar y sin ayuda de una pareja, no es fácil y más aún cuando se trata de dar lo mejor para sus hijos. Elizabeth tiene dos hijas.
Ella, como muchas madres, se buscan el pan de cada día con el sudor de su frente, durmiendo solo 5 horas y esforzándose el doble. Ella es un ejemplo más de las mujeres que demuestran que solas pueden hacer mejores cosas que mal acompañadas. Pero esto no quiere decir que ellos no son necesarios. Hombre y mujer se complementan, pero si ellos fallan, ellas pueden solas. También hay casos de muchos hombres buenos que solos sacan adelante a sus familias; pero ahora veamos la historia de Elizabeth.
Elizabeth se levanta a las 6 de la mañana, se sienta sobre su cama y se persigna con cuidado y ritmo, como si agradeciera, como si pidiera un milagro. Se lava bien las manos y se coloca la mascarilla. Su despertador es el señor que le trae el pan francés por las mañanas, siempre llega tres minutos antes de la seis. Abre la puerta de su tienda y solo atiende por las rejitas de la puerta de fierro.
Sacude las botellas de bebidas, limpia sus vitrinas donde guarda todo tipo de golosina y limpia los andamios. Mientras alista su negocio, suele escuchar cumbia, baladas o boleros. Mientras barre, contornea sus caderas y mueve sus pies al ritmo de los Hermanos Yaipén o Agua Marina. Las baladas son sus pistas musicales para que empiece afinar la voz y cantar, pero cuando escucha boleros su tono de voz cambia, es fuerte. Los canta con tal sentimiento que quien la viese pensaría que ha sufrido mucho.
Sí ha sufrido mucho, desde pequeña. Pero ahora las cosas son distintas. "La vida siempre te da una nueva oportunidad", dice.
Todos los días, a las 9 de la mañana, se va al mercado con su mascarilla bien puesta, su protector facial y en su cuello lleva colgada una botella pequeña de alcohol en gel. Ella atiende todo el día en su bodega, pero la hora punta es desde las once de la mañana hasta la una de la tarde.
En esas horas, las vecinas van llegando para comprar los ingredientes de su comida, cada una con su mascarilla y solo ingresan dos personas para ser atendidas. Anteriormente, sus vecinas llegaban una por una, hasta que se formaba un grupito y empezaban a molestarse entre sí, conversando de la vida y vacilándose entre ellas. Ahora extrañan eso.
Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), jefe de hogar es quien más aporta económicamente y toma las decisiones financieras en el interior de las familias. Hasta el año 2017 se registró 2’867.015 que hogares del país cuentan con una jefa de familia. Esta cifra representa el 35% del total del país. Las madres solteras durante el estado de alarma enfrentan un día a día lleno de obstáculos y de preocupaciones, solas con sus hijos y con todos los gastos del hogar. No saber si en un mañana habrá algo que comer o que brindarles a los menores de casa es preocupante y el no contar con un trabajo fijo genera estrés y causa depresión.
Elizabeth ha tenido una vida muy difícil y aún la sigue viendo difícil, porque sus ingresos no alcanzan para cubrir todos los gastos de su casa. Ella, al ver que lo que gana no es suficiente, entró al mundo del maquillaje. Aparte de tener una bodega, mediante sus redes sociales, ofrece productos de belleza, y así puede conseguir más ingresos. De alguna manera u otra, ella siempre trata de ver una oportunidad de negocio en cualquier ocasión que se le presente. Las madres separadas se enfrentan al doble desafío de trabajar y cuidar de su familia.
Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) en un informe sobre la situación del mercado laboral en Lima Metropolitana, realizado en el 2020 la tasa de desempleo aumentó en 147% con respecto al mismo trimestre móvil durante el 2019. En el mismo reporte se determina que la tasa de desempleo femenino superó en 1.2 puntos porcentuales a su contraparte masculina. Si bien esta diferencia es relativamente menor, debe contrastarse con los cambios en la Población Económicamente Activa (PEA), los cuales indican una caída común, pero más pronunciada en las mujeres y con una distancia de 10.7 puntos porcentuales con respecto a los hombres. Según el estudio, el porcentaje de despidos lo encabezan las mujeres, pero no solo perdieron su empleo, sino que decidieron abandonar la búsqueda de trabajo y están a la espera de la mejora del mercado.
Un gran número de madres peruanas tienen que arreglárselas solas, siendo su esfuerzo muchas veces no reconocido ni por otros miembros del hogar ni por la sociedad en conjunto.
Durante la pandemia, las mujeres e hijos pueden encontrarse en mayor riesgo de sufrir violencia de pareja y otros tipos de violencia doméstica debido a un aumento de la tensión en el hogar. De acuerdo con las cifras Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, de enero a diciembre del 2020, el servicio telefónico atendió 235 791 llamadas sobre hechos de violencia contra las mujeres, integrantes del grupo familiar y violencia sexual. El maltrato a la mujer puede convertirse en algo peor. Algunos hombres maltratadores llegan al extremo trágico de matar a sus parejas. La Defensoría del Pueblo informó que hasta diciembre del 2020 se reportaron 132 feminicidios y 204 tentativas, de las cuales 110 se perpetraron en el estado de emergencia y 37, durante la inmovilización social obligatoria a nivel nacional.
Aquí algunas respuestas de la señora Elizabeth:
—¿De dónde saca fuerzas para salir adelante en esta pandemia?
—Mi motor para seguir adelante son mis dos hijas, quiero que sean mejores que yo. Verlas profesionales es mi sueño, por eso me esfuerzo mucho, para que ellas me puedan ver como ejemplo y se den cuenta que para lograr algo es importante sacrificarse.
—¿Hay muchas mujeres que dicen deprimirse? ¿Qué les aconsejaría?
—Por la situación que estamos pasando, es fácil sentir que el mundo se te cae, peor cuando eres cabeza de una familia. Siempre hay que encontrarle algo bueno a las cosas que suceden, quizá no se dé de la noche a la mañana, pero con esfuerzo y dedicación los resultados te sorprenden.
—¿A qué se aferra usted cuándo las cosas le van mal?
—A la fe. Siempre que pasa algo negativo, me enfoco en lo que vendrá. Solo son caídas, digo, y aunque cueste uno se tiene que levantar, porque tienes motivos para luchar. El tener metas te ayuda a levantarte cada mañana, con los mejores ánimos.