La extensión cultural fue cortada de un porrazo por la pandemia a mediados del último marzo. Las librerías estuvieron cerradas durante varios meses, las ferias de libros se trasladaron a Facebook y a YouTube y las presentaciones de libros fueron virtuales, sin que los autores firmen ejemplares como acostumbran. Con todo ello, siguieron presentándose libros, que se repartían por delíveri; el Congreso aprobaba una nueva Ley del Libro; las librerías abrían con un aforo reducido; y las ventas de los libros electrónicos se disparaban.
FERIAS VIRTUALES
Nadie imaginó que la Feria Internacional del Libro (FIL), a la que al año pasado asistieron más de medio millón de personas, iba a cambiar sus auditorios por las transmisiones en vivo detrás de las pantallas de los celulares. Las largas colas para ingresar a la feria se hicieron extrañar. La Cámara Peruana del Libro (CPL) decidió que el evento sea gratuito, que resultó un punto a favor del lector que, ahora, experimentaba la compra en línea de libros, dejando de lado la minuciosa labor de espiar página por página.
La Feria del Libro Ricardo Palma corrió la misma suerte que la Feria Internacional del Libro: se adaptó a la nueva normalidad virtual, incluso tuvo que crearse un nuevo sitio web para ofrecer una experiencia 100 % digital. Durante sus 12 días, la Feria del Libro Ricardo Palma celebró 150 actividades culturales, 100 menos que el año pasado. El número de 80 mil títulos a disposición del público fue el mismo que el 2019. Las actividades culturales de la feria sumaron 108 057 visualizaciones y alcanzaron a 883 151 usuarios.
La AntiFIL, organizada por la Asociación Cultural Arte Libre, no se quedó atrás y también se integró a la experiencia virtual desde el 16 al 20 de diciembre, con recitales de poesía, conversatorios, conciertos y presentaciones de libros. La AntiFIL, conocida como una feria alternativa, también vendió libros a través de su catálogo virtual y presentó más de 100 actividades culturales. A diferencia de las otras ferias mencionadas, la AntiFIL, únicamente, agrupó a editoriales independientes.
LEY DEL LIBRO
El 8 de octubre pasado, el Congreso de la República aprobó una nueva Ley del Libro que permite fomentar la lectura a nivel nacional y amplia la promoción de la industria editorial. La nueva ley crea, además, el Fondolibro, que estará a cargo del Ministerio de Cultura, con un presupuesto de 16 millones de soles anuales para desarrollar políticas públicas concernientes al libro y la lectura.
La norma mantiene también los principales incentivos tributarios: la exoneración del impuesto general a la venta a la importación y/o venta en el país de los libros y productos editoriales afines, por un plazo de tres años. Esta inafectación reduce la incertidumbre y fomenta las inversiones en el sector. Lo principal es que evita que se le cargue el impuesto al lector-comprador. En ese sentido, ya nadie se desanima por el alto costo de un libro.
La nueva Ley del Libro no solo se ocupa de las industrias culturales, sino también del lector, quien es el mayor beneficiado. Por el momento, el nuevo dictamen fortalece el ecosistema del libro y a las bibliotecas públicas, lugar donde se debe fomentar la lectura y que esta sea una actividad continua en los lectores y futuros lectores. Desde luego, muchos expertos coinciden que el tema debe seguir en discusión y hallar mejoras para que se beneficie a todos los actores que interactúan en el sector editorial: desde el editor hasta el lector.
DELÍVERI Y LIBRO ELECTRÓNICO
Las librerías se adaptaron al cambio, luego de que el Gobierno de Martín Vizcarra las mandara a la última fila de los negocios que podían reactivarse. Algunos libreros independientes comenzaron a vender por Facebook o Instagram, pactando con sus clientes los puntos de entrega, mientras que las librerías más grandes del país vendían a través de su sitio web con la opción de recoger el pedido en la tienda. El delíveri de libros ha tenido una considerada aceptación en los lectores. Sin embargo, aún hay personas que prefieren merodear por una librería en algún centro comercial o por las galerías de Amazonas y Quilca.
Los lectores despertaron el hábito por leer libros electrónicos que, a diferencia de los impresos, cuestan menos, cerca del 30 %. Estos libros digitales se venden en plataformas como Amazon, Google y Apple Books. Daniel Hurtado Brenner, CEO de CreaLibros, le dijo al diario “El Comercio” que las ventas del libro electrónico se habían triplicado desde que comenzó la pandemia en el país. Ahora muchos lectores se interrogan si el libro digital llegó para quedarse y desplazar al libro impreso.
Con el fin de promover el acceso a la lectura, la Gran Biblioteca Pública de Lima (GBPL) lanzó el servicio de préstamo de libros por recojo y devolución del material bibliográfico, así como el préstamo de libros por delíveri. Asimismo, la Biblioteca Nacional del Perú (BNP) habilitó la plataforma Biblioteca Pública Digital, cuya intención es fomentar el acceso a la información y la cultura, en un contexto en donde a muchos ciudadanos les resulta díficil acudir a una biblioteca por la emergencia sanitaria. El sector editorial, mejor dicho, el sector cultural ha sido uno de los más golpeados por la emergencia sanitaria. A pesar de ello, los lazos entre los libros y los lectores se mantienen intactos, no se han resquebrajado. Al contrario, las demandas en busca de un buen título continuaron. Leer por gusto ha sido el antídoto para muchas personas en estos tiempos de encierro involuntario.