El derrame de más de 16 mil barriles de petróleo en la costa del Perú, ocurrido en la primera quincena de enero, ocasionado por la empresa Repsol, ha sido denominado como el “peor desastre ecológico” en el país. Sin embargo, entre los años 2000 y 2019, hubo más de 470 derrames petroleros por roturas del oleoducto norperuano que afectaron el medio ambiente, flora, fauna y personas de la Amazonía peruana.
EL PERFIL conversó con Fernando Valdivia Gómez, realizador de cine documental, reconocido por sus trabajos que asumen la defensa, el debate y la movilización por los casos de explotación humana, depredación y contaminación de la Amazonía. Su intenso y fructífero trabajo ha logrado la atención e interés por parte de las poblaciones originarias de la Amazonía, investigadores, comunicadores y activistas nacionales e internacionales.
-Su trabajo nos permite comprender la magnitud de los atentados de las compañías petroleras, madereras, el narcotráfico, entre otras, contra la Amazonía. ¿Cómo es que te interesó este tema en tu narrativa fílmica?
De niño, en los años 70 del siglo pasado, veía la televisión y me interesaban los documentales de la National Geographic referida a la naturaleza y las travesías del famoso investigador y biólogo marino Jacques Cousteau (1910-1997).
– ¿Qué recuerda sobre eso?
Mi pasión era todo lo referido a la fauna y me veía como un viajero tomando fotografías, pero no sabía exactamente dónde lo iba a publicar ni de qué manera. En ese afán es que me intereso por los estudios en comunicación. Ingresé a San Marcos y con un grupo de compañeros formamos “Un centro de comunicación y cultura”, un colectivo universitario que complementaba de manera muy rica y activa nuestra formación universitaria y viajábamos mucho. En uno de esos viajes pude llegar por primera vez a la Amazonía y lo que más me impresionó fue observar cómo la biodiversidad de la Amazonía estaba siendo afectada por intereses extractivistas. De esa manera entendí que si el Estado no intervenía directamente para frenar estas actividades depredadoras para estos ecosistemas no se iba a poder proteger la fauna y menos aún a las poblaciones amazónicas que habitan estas regiones.
-En el documental “La travesía de Chumpi” (2009), incorpora una valoración y rescate de un santuario sagrado, mítico muy enraizado en el imaginario colectivo de una comunidad nativa, en el contexto de una agresión medioambiental muy concreta.
Sobre este documental quiero enfatizar que, a pesar de que han pasado más de 14 años de su filmación, sigue siendo una experiencia totalmente viva. Es lo que llamo un documental con vida propia por todo lo que ha venido ocurriendo con esta obra en los últimos años. Este documental nació en el 2006, en una asamblea de la Federación de Nacionalidades Achuar del Perú (FENAP) donde se decidió hacer un reportaje de denuncia sobre la concesión del lote 115 para la explotación petrolera, que el Estado no había tenido en cuenta que sobre esa área existían comunidades amazónicas ancestrales. El tema es especialmente sensible ya que la explotación de hidrocarburos se inició en el territorio habitado por el pueblo Achuar y un área enorme ha quedado deforestada y contaminada.
– ¿Qué pensó cuando la federación le propuso hacer el documental?
Cuando la FENAP me propone realizar este documental, tomé en cuenta que los peruanos no conocen a los Achuar, no saben dónde viven, no saben quiénes son y además no han visto muchos reportajes de denuncia sobre estos impactos de la explotación petrolera en el ambiente y en las comunidades. Entonces me propuse hacer algo un poco más profundo: un documental que iba a mostrar la cultura Achuar: sus costumbres, creencias, temores y las amenazas sobre su ecosistema. Fue una producción atípica, por primera vez en la historia del cine peruano una Federación indígena fue la productora de un documental.
– ¿Qué buscaba la federación?
Lo más importante fue que este documental se convirtió en un testimonio que la FENAP presentó en el Poder Judicial para que el Estado reconozca el territorio integral de la comunidad Achuar y también contribuyó a detener el avance de la concesión petrolera.
-La estructura narrativa de tu documental “Amazonía, masato o petróleo” (2009), sugiere la propuesta de un mural audiovisual sobre la Amazonía por la variedad de temas, ideas, problemas, personajes, paisajes, costumbres, casos y denuncias que contiene.
Este documental se filmó en el 2009, justamente y por coincidencia en el contexto del paro amazónico que terminó trágicamente en el Baguazo, de junio de ese mismo año. Fue un trabajo dirigido por Josep Ramón Jiménez, un periodista español muy reconocido, filmamos en un área de intenso conflicto y pudimos vivir toda la indignación de estas comunidades amazónicas que sufrían como sus territorios no estaban siendo defendidas por las leyes del Estado, sino todo lo contrario.
– ¿Eran tiempos del inicio de los TLC?
El gobierno de entonces promovió una política de inversiones en el territorio amazónico, como parte de la ejecución del Tratado de Libre Comercio (TLC) con los Estados Unidos. Las poblaciones originarias que habitaban dichos territorios no solo no habían sido consultadas, tal como lo dispone la ley, sino que fueron desalojados a la fuerza y sus territorios contaminados. El saldo de aquel enfrentamiento fue más de 37 muertos entre nativos y policías. Fue un fuerte conflicto en un contexto donde las áreas de plantaciones de coca, las pistas de aterrizajes clandestinas, explotación de la madera y la petrolera se han incorporado y a las poblaciones originarias fueron desplazadas violentamente de sus territorios ancestrales.
-Antes era muy difícil que este problema se conociera, pero ahora van cambiando las cosas…
Felizmente en los últimos años con la presencia de las redes sociales y principalmente la Internet es que se puede diversificar la información y el cine es un aliado para visibilizar estos problemas sensibles de la Amazonía que no se ven en los espacios tradicionales hegemónicos.
El masato es la bebida que se elabora con yuca hervida, es bebida que da identidad a la cultura indígena. El petróleo, que debería parecer signo de riqueza, más bien es de contaminación, enfermedad y muerte; todo lo contrario, al masato
– ¿Qué impacto social y político ha suscitado tus documentales en la comunidad nacional e internacional, cuando éstos se presentaron en eventos académicos, encuentros, festivales?
A lo largo de más de 34 años de trayectoria los impactos que han ocasionado estos documentales han sido en dos direcciones: un impacto nacional, en las propias comunidades en donde han sido filmados, que ha permitido que las autoridades que toman las decisiones en el país han podido conocer y resolver algunos problemas que atañen a los pobladores. A nivel internacional, nuestros documentales has sido fuentes de inspiración para las poblaciones de otros países.
– ¿Cuál cree que es lo más importante de su trabajo?
Para mí, el impacto local es lo más importante. Nuestro trabajo es colaborativo, lo realizamos con los pobladores, existe un componente de auto representación bastante fuerte en estas obras documentales en donde las poblaciones mismas hicieron sus propias películas para mostrar su propia versión de la historia, quieren mostrarse para decirle al país, al Estado y a las grandes empresas extranjeras, que ellos existen, que son una realidad, que no son pueblos aislados. Esto lo podemos ver y sentir en los documentales “Buscando el azul”, “La travesía de Chumpi” y “Amahuaca siempre”.
Otro de los impactos notables es el fortalecimiento de la autoestima de estos pueblos, a pesar de vivir en condiciones desfavorables, verse en estas películas se han sentido fortalecidos, se sienten visibilizados, han creado o fortalecido sus organizaciones, se han propuesto realizar nuevas actividades económicas y participar más activamente en la política, para que las decisiones de las altas esferas del Estado no los afecten de la manera vertical como ha venido ocurriendo durante siglos en el país.
-¿Qué reconocimientos, premiaciones has obtenido por tus documentales?
Mis obras han tenido un reconocimiento nacional e internacional. El mayor reconocimiento es que las propias comunidades las utilicen y sean parte de la cotidianidad, espejo de la identidad de estos pueblos originarios.
Hemos participado en innumerables festivales y presentaciones. Entre los países donde mayormente se han difundido mis obras han sido Italia, Estados Unidos, Alemania, España, Brasil, Chile, Ecuador, Colombia, México y Bolivia.
En Bolivia obtuvimos el Gran Premio Anaconda 2004 a la mejor producción audiovisual con “Buscando el Azul”. En Italia, recibimos en el 2010, el Premio Gillo Pontecorvo al mejor filme en el I Festival de Cine Documental de Medioambiente Latinoamericano en Roma, por “La travesía de Chumpi”. En Brasil, en el Festcine Amazonía y Pachamama Cinema de Fronteira, en ambos festivales se inauguraron presentando “Iskobakebo, un difícil reencuentro” (2014). He obtenido en el 2017, por “Amahuaca Siempre” el premio Cinesuyo que otorga el Festival de Cine de Cusco. En el Cuzco empecé mi trabajo audiovisual con “Por un camino Inca” allá, por el año 1988. En el 2017, en la IX edición de Bolivia Lab, festival de exposición y premiación de obras audiovisuales, el Perú fue un invitado de Honor, se reconoció nuestro trabajo como director audiovisual con el premio Luis Espinal. En el 2° Festival de Cine en Lenguas Originarias realizado en el 2017, Valdivia presentó “Amahuaca siempre”
-¿Cuántos documentales ha realizado?
Hemos realizado más de doce documentales. Este no es un trabajo muy rentable en términos económicos, pero la rentabilidad social y emocional que nos ha traído es enorme y también creemos que estos reconocimientos hacen que más gente tenga confianza en nuestra actividad y más gente nos apoye de manera espontánea para poder realizar nuevas obras y eso también es un gran logro.