Ambientados en Lima y Trujillo, los trece cuentos de “Infancias” (Dendro Ediciones, 2023), de Bryan Paredes, exploran las bondades y las miserias de las primeras etapas de la vida. En una escuela primaria, un estudiante recibe reglazos de un profesor; en un mercado, un niño que ayuda en el negocio familiar se enamora de una jovencita a la que no volverá a ver; en la casa de un familiar, dos primos discuten, uno de ellos sucumbe ante la presión del otro para coger unos billetes que no le pertenecen.
La violencia, la migración, la venganza, la memoria, la muerte, el amor, la amistad, etc., son algunos de los temas que se abordan en los relatos desde la perspectiva de personajes en constante aprendizaje y crecimiento. Cuando los personajes adultos intervienen en un aparente estado de madurez, las heridas de la infancia florecen: en el último relato, un periodista reclama a su padre que este nunca le dijo de chico que lo quería y esa impronta aún le hiere.
Se pueden destacar la mirada, las estructuras, los escenarios o las reflexiones del conjunto de cuentos, pero lo que más llama la atención es el manejo del lenguaje: fresco, ágil y elástico. Su prosa se adecúa a distintos contextos, como el de las peleas callejeras (“Luego de las clases se pactaban las mechas y Ricardo terminaba con el pantalón gris y la camisa blanca sucios de polvo y sangre que, el noventa por ciento de las veces, provenía de sus contrincantes”), o es capaz de ilustrar conceptos con ingenio, como ocurre cuando retrata la muerte de unos bichos (“Mientras barría el piso de mayólicas marrones, Camilo se topó con cucarachas muertas en las esquinas… Regresó para retirar los insectos con las patas arribas, el gesto unánime de la muerte”).
Mención aparte merece el monólogo de Princesa. Se trata de una perrita que fallece a los trece años y, antes de “pasar al otro momento”, rememora los últimos minutos de su vida (“Salí a mirar la noche del domingo, como antes lo había hecho en innumerables conticinios”, las penurias de esta (“Nuestra especie, por supuesto, sabe de rocas y heridas”) y la reacción de sus protectores (“Solo miro expectante para ver qué hace mi familia”). Las mascotas también acompañan nuestras “infancias”.
Con su primer libro de cuentos, Bryan Paredes asume el reto de retratar con originalidad y sin ambages aquellos problemas comunes que aturden al individuo y lo vuelven presa de sus temores y sus pasiones. Sus relatos interpelan a la realidad para “sacudir conciencias”, como anota Luis Fernando Cueto, o para darse cuenta de esas primeras experiencias que se tornan “dolorosas e impactantes e intensas y fulgurantes”, como señala Orlando Mazeyra en el prólogo. “Infancias”, en resumen, es un conjunto de piezas narrativas que invitan a la reflexión punzante y disconforme.