Sacarlo del cuartel para que jugara era muy fácil; pero, regresarlo, era una tarea titánica. Era un perico real, palomilla militante; pero muy cuidadoso, la sabía hacer. Tenían que buscarlo por los barrios para llevarlo al cuartel. Pero él quería seguir vistiéndose de música, de fiesta, de vida.
El mejor entre los mejores era, de toda una era gloriosa. Los que saben, saben de lo que hablo. Pelé lo admiraba. En serio.
Cierto día, "Pocho" Rospigliosi quería aprovecharse de su fama y le preguntó al aire: "¿Cuál es la pila, Perico?, ¿cuál es la pila?". Quería que le respondiera: "Rayovac es la pila"; pero Perico lo mandó a rodar: "¿Cuál será pues, Pocho?". En aquel tiempo, Pocho repetía insistentemente: "Ya llegan los goles Cubillas, ya llegan los Cubillas".
Perico no tenía publicista. No quería, no necesitaba. Era querido y respetado Perico.
Mataba la pelota con el pecho como para el cine; era potón y de pecho salido, como una escultura; maceta, alto, gran cabeceador. Habilidoso, un baile, una fiesta era ese pelotero profesional.
Con "Pitín" Zegarra dibujaron los mejores partidos de Alianza Lima. En la selección dio cátedra y se enfrentó a los mejores futbolistas del mundo de igual a igual.
Ha muerto uno de los mejores centrodelanteros de toda la historia del fútbol peruano.