El Vaticano publicó el testamento del papa Francisco, redactado en la residencia de Santa Marta el 29 de junio de 2022, en el que el pontífice dejó por escrito sus deseos respecto a su sepultura y expresó su confianza en la vida eterna.
El documento, difundido tras su fallecimiento, inicia con la invocación “En el nombre de la Santísima Trinidad. Amén” y señala que, al sentir cercano el final de su vida terrenal, Francisco quiso manifestar únicamente su voluntad sobre el lugar de su descanso final.
En el texto, el papa afirmó que siempre confió su vida y su ministerio sacerdotal y episcopal a la Virgen María. “Siempre he confiado mi vida y mi ministerio sacerdotal y episcopal a la Madre de Nuestro Señor, María Santísima. Por lo tanto, pido que mis restos mortales descansen en la Basílica Papal de Santa María la Mayor, en espera del día de la resurrección”, escribió el pontífice.
Francisco manifestó su deseo de que su último viaje terrenal concluyera en ese antiguo santuario mariano, al que acudía para rezar al inicio y al final de cada viaje apostólico “para confiar mis intenciones a la Madre Inmaculada y agradecerle su cuidado dócil y maternal”, indicó en el testamento.

El papa detalló el sitio exacto de su sepultura dentro de la basílica: “Solicito que mi sepulcro sea preparado en el nicho de la nave lateral entre la Capilla Paulina y la Capilla Sforza de la citada Basílica Papal como se indica en el documento adjunto”. Además, especificó que la tumba debía ser sencilla, sin decoraciones especiales y con la única inscripción “Franciscus”.
Francisco dispuso que los gastos para la preparación de su sepultura fueran cubiertos con una suma previamente asignada por un benefactor, instruyendo al monseñor Rolandas Makrickas, comisario extraordinario del Capítulo Liberiano, para que gestionara la transferencia de los fondos a la basílica.
En el tramo final del documento, el papa pidió al Señor que recompensara a quienes le apreciaron y continuaran rezando por él. También reveló que ofreció el sufrimiento experimentado en la última parte de su vida “al Señor por la paz en el mundo y la fraternidad entre los pueblos”.

La publicación del testamento se produjo tras la confirmación oficial de su muerte por parte del Vaticano, que señaló como causa un derrame cerebral y una insuficiencia cardíaca irreversible.
El protocolo vaticano estableció que el cardenal camarlengo, Kevin Joseph Farrell, verificara el fallecimiento en la Casa Santa Marta y procediera al sellado de los apartamentos papales, así como a la destrucción del Anillo del Pescador y del sello pontificio, marcando así el inicio del periodo de sede vacante.
Francisco, quien asumió el papado en 2013, eligió residir en la Casa Santa Marta en vez del Palacio Apostólico y mantuvo hasta el final de su vida una relación estrecha con la basílica mariana, a la que acudía en momentos clave de su pontificado.