En las calles de la ciudad ecuatoriana de Guayaquil se viven escenas como sacadas de una película de terror: un joven con mascarilla se desploma en plena calle ante la mirada de asombro de la gente que se rehúsa a ayudarlo por temor a infectarse; en medio de una calle solitaria le prenden fuego a un cadáver desconocido; una mujer protesta desde su ventana porque cuatro hombres arrastran a otro cadáver por su calle y lo dejan abandonado a su suerte; otro muerto más; otro cadáver y otro más; hombres y mujeres piden auxilio para que los sanitarios se lleven a sus muertos.
Los gallinazos, esos carroñeros oscuros de picos fuertes, dan vueltas en el cielo de Guayaquil, vueltas y vueltas como esperando el momento adecuado para bajar a las calurosas calles donde hay cadáveres abandonados, cadáveres sin nombre ni cristiana sepultura.
El diario El País informa que Guayaquil es la ciudad de América Latina en la que se detectó el primer caso importado de España y que hasta la fecha ascienden a más de 2 700 contagiados, 98 muertos. De esos fallecidos, al menos 60 murieron en Guayas. Pero la realidad sería más alarmante. Hay cerca de 100 muertos, que, por falta de pruebas, se desconoce aún de qué murieron; pero, todo indica, que se tarta de los estragos del coronavirus.
Según las cifras oficiales, en todo Ecuador mueren mensualmente unos 6 mil y solo en Guayaquil, en enero, han muerto 828. En estos días no hay cifras confiables. Todo está desbordado. Sin mayores luces, el gobierno del presidente ecuatoriano Lenín Moreno está tratando recoger a los muertos y realizar cremaciones colectivas. Ecuador es uno de los países más golpeados por el coronavirus y por los magros precios internacionales de petróleo. Desde que Rafael Correa salió del gobierno, Ecuador es un país de crisis constante.
En el Perú, mientras tanto, el presidente de la República, Martín Vizcarra, dispuso que los días domingos, hasta que se levante la cuarentena, nadie debe salir de sus casas y que los hombres pueden salir a comprar o a los bancos los lunes, miércoles y viernes; y las mujeres: los martes, jueves y sábados.