Es tiempo de migrantes. Esa palabra de apariencia inocente, designa, simplemente, a quien se traslada de un lugar a otro. Las migraciones pueden producirse al interior de un mismo país o dirigiéndose a otros países.
No son una novedad pero, en la actualidad, un orden económico internacional injusto, delirante por momentos y órdenes internos de cada nación igualmente injustos, más políticas infectadas por la corrupción, presiones de distinta índole, lucha por controlar territorios ricos en materias primas y alteraciones climáticas, entre otras causas, han hecho que el antiguo nómade, cazador y recolector de frutos, renazca con enorme fuerza en el interior de los seres humanos y asuma riesgos mayores que los que padecieron nuestros antepasados. Detrás de todo, como telón de fondo, quien manda es el instinto de supervivencia.
Si bien Latinoamericana es sacudida por el éxodo que se produce desde Venezuela, otras regiones, como Europa, están siendo sometidas al mismo desafío con la diferencia que aquellos migrantes, originarios del África del Norte y del Medio Oriente, llegan por el mar Mediterráneo, en todos tipo de embarcaciones, incluidas aquellas que representa una seguridad mínima. Algunos periodistas han afirmado ya que el Mediterráneo, mar hermoso si los hay, se está convirtiendo en un cementerio. Todo ello ha planteado desafíos a la Unión Europea (UE) que mantiene a sus miembros en estado de discusión permanente. El último capítulo es el cierre de los puertos italianos a los barcos de salvataje que operan en el Mediterráneo.
Si ya los muertos son cuantiosos con barcos de salvataje, pueden ser muchísimos más si esos barcos no tienen puertos desde donde operar. Lo curioso es que la Unión Europea considera que la crisis de la migración en gran escala ya no existe, pero, cada vez que llega un nuevo barco con migrantes, las críticas renacen y aquello que se consideraba superado cobra nuevamente vida y hace que quienes gobiernan paguen el precio político por ello.
Y hacen, además, que algunos países se culpabilicen entre sí como acaba de ocurrir entre Italia y Malta. En este caso Italia amenaza cerrar sus puertos a los barcos salvavidas porque Malta se niega a acoger a los 692 migrantes recientemente salvados por la ONG francesa SOS Méditerrainée.
El meollo de estos enfrentamientos es lo que pocas veces se analiza. ¿Por qué, en el caso de África y Medio Oriente, no se discuten las causas reales (económicas y políticas) que provocan estas migraciones?
Simplemente no se discuten porque en la base de lo que ocurre hay siniestras culpas de los países desarrollados.