La realidad de la sociedad humana, los dramas de las sociedades que hacen la historia azarosa de la vida actual soportan resortes que son movidos sin cesar. La historia materia, es decir, la vivida concreta trascurre y es irrepetible, en cambio lo que se escribe, es decir, la historia que se lee está frente a nuestros ojos cada día para repetirla cuando quieren los que eligen. Es peligroso no distinguirlas.
Las explicaciones inagotables desde el comienzo de la guerra en Ucrania que dura tres años constantes bajo el supuesto de que el triunfo de los rusos era poco menos que impensable. A diferencia del genocidio en Gaza, que la prensa global rentada calla, descontando las atrocidades contra la población civil y los niños, injustificables a la luz de la Corte Penal Internacional. De Ucrania se conoce un poco más.
Las verdades de a puño no son difíciles de admitir. Lo que explica de muchos modos el por qué los Estados Unidos ha demorado en aceptar el fracaso en Ucrania seguido de las interferencias de Europa y, sobre todo, del Reino Unido. La guerra ha sido y es en este escenario el despliegue inocultable del poderío de la tecnología militar de Rusia. Lo que explica la participación directa e interesada de Donal Trump en las negociaciones de paz.
La presencia norteamericana para liderar la paz está relacionada sin duda a otros poderosos intereses como la profunda modificación geopolítica y la emergencia de otros actores que le dan sentido a este mundo multipolar. La presencia de Rusia, China e India como los superpoderes le dan una nueva configuración al mundo en una etapa histórica decisiva para configurar el mapa de la historia. En este ajedrez la significación de Ucrania se reduce al del simple peón que carece de importancia en el mega movimiento.
Los datos y las informaciones difundidas llevan otra reflexión consistente en la superioridad armamentística rusa que poco a poco ha conmovido los cimientos que sustentan la guerra. La información confiable de la prensa alternativa respecto de lo que ocurre en el campo de batalla permite vislumbrar las estrategias de los movimientos militares en escenarios donde se ha echado en falta la necesidad de una sociología militar más evolucionada, las diferencias cualitativas en la esfera de la tecnología militar norteamericana y rusa. Las conclusiones están a la vista.
La narrativa que no cesa y no cesará en la carrera incesante de creación de un mundo paralelo de la historia escrita que pese a la propaganda dejará resquicios sobre el declive de la gran potencia cuya explicación siempre gradual llegará con matices. Se redoblarán los esfuerzos de historiadores, sociólogos, economistas y literatos para intentar entender el mundo y para sacar lecciones cuando se pueda o para seguir con la propaganda que paga.
En este maremágnum fenomenal, la Europa sonámbula no termina de salir de su estancamiento y letargo. Unas prácticas erráticas como quien despierta de un sueño y algunas especulaciones pretendiendo quedarse en la narrativa automatizada contra Rusia. Cuando el poder que pagó las cuentas de la burocracia y las armas comienza los nuevos tratos con aquel con el que tiene el poder militar, Europa se propone en gastar 800, 000 mil millones para una guerra a la que llega tarde.
Europa ensaya pasos, posturas, políticas y ninguna estrategia inmediata porque carece los medios suficientes para darle salida coherente y eficaz a Ucrania. Europa bajo el influjo de la política inglesa que cultiva con astucia una recalcitrante rusofobia está entrampada en la idea de rearmarse en breve plazo, sin industria armamentística, sin ejércitos entrenados, pensando en un plazo que imaginan y sueñan cuando la realidad camina a un ritmo desacompasado.
Mientras tanto el presidente norteamericano espera firmar la paz en Ucrania después de haber agotado ingentes recursos, asistencia militar y de inteligencia. Entre tanto Ucrania dirigida por fuerzas extrañas, además de pedir tregua con toda impunidad, acaba de disparar 343 drones en suelo ruso, produciendo graves daños materiales y tres civiles muertos. Las respuestas no tardarán en llegar y las consecuencias serán evidentes. Mientras tanto a última hora Trump da indicios de súbitos giros extraños que podrían cambiar el curso de la guerra cuando al terminar esta nota la prensa difunde la presencia de Putin en Kursk en uniforme militar, en este caso pertinente.